El tema de los alimentos transgénicos se ha puesto de moda, en los últimos meses se ha convertido en una polémica de índole nacional y los políticos han empezado a usarlo como parte de sus propuestas a favor o en contra.
Los alimentos transgénicos son aquellos que han incluido en su composición algún ingrediente procedente de un organismo al que se le ha incorporado, mediante técnicas genéticas, un gen de otra especie, es decir, han sufrido una modificación genética. Gracias a la biotecnología se puede transferir un gen de un organismo a otro para dotarle de alguna cualidad especial de la que carece. De este modo, las plantas transgénicas pueden resistir plagas, aguantar mejor las sequías, o resistir mejor algunos herbicidas.
Por otro lado, los alimentos modificados en sus genes en muchas ocasiones permitían una mayor rentabilidad en el producto, o sea, comercialmente hablando era un producto que elevaba los índices de ganancia de los productores.
Pero ello ha devenido en que surjan los detractores, estudiosos quienes aseguran que esta clase de alimentos, modificados genéticamente, producen trastornos irreversibles en la salud y se oponen radicalmente a que estos se comercialicen libremente y más aún, sin que los consumidores no estén informados de que están consumiendo esta clase de alimentos.
Cuando hace 25 años se empezó a trabajar con este tipo de ciencia se pensó que se había descubierto la panacea para los problemas de plagas, sequías o cualquier fenómeno que afecte a los sembríos, sin embargo después de más de dos décadas de estudios a profundidad parece que los resultados no son del todo alentadores, sin contar el riesgo que corre la biodiversidad.
El gobierno peruano presidido por Alan García Pérez emitió el 15 de abril del 2011 el Decreto Supremo 003-2011, en donde se aprueba el reglamento "sobre Seguridad de la Biotecnología en el desarrollo de actividades con Organismos Vivos Modificados agropecuarios o forestales y/o sus productos derivados del Ministerio de Agricultura." Una norma que atenta contra la mega-biodiversidad del Perú, la agricultura y la soberanía y seguridad alimentaria. Y que atenta seriamente con los derechos de miles de campesinos peruanos.
El gastrónomo de moda, Gastón Acurio, cuando se conoció la aprobación del decreto aseguró que las semillas transgénicas amenazan la biodiversidad peruana y denunció intereses económicos detrás de la medida.
El ministro del Ambiente, Antonio Brack, apoyó los pedidos para que se establezca una moratoria de 15 años en la aplicación del reciente decreto para regular el ingreso de productos modificados genéticamente en el país, ante el peligro para la biodiversidad peruana.
El ministro acudirá hoy a una comisión en el Congreso de la República para debatir la posibilidad de una moratoria de 15 años en la aplicación del reglamento, cuestión que se votará el próximo jueves, pero conociendo a nuestros congresistas y a los interese para los que sirven, más aún si están ya de salida, sabemos bien cual será el resultado de la votación.
Una vez más nos encontramos ante el avasallamiento de nuestros derechos, en un país donde cada quién hace lo que quiere amparándose en envestiduras y poderes, felizmente efímeros. Como decía Gastón Acurio “Los cocineros no amamos las apariencias, la codicia. Por ello los cocineros no cocinaremos nunca con frutos transgénicos. Porque son pura apariencia. No tienen corazón” igual que los cientos de políticos que decidirán sobre tan delicado tema.