El carnaval cajamarquino se ha convertido en una de las fiestas más reconocidas del Folklore peruano, las raíces del Tahuantinsuyo se fusionaron con el asentamiento brutal de los españoles en la colonia y surge como resultado la fiesta del carnaval, esa fiesta pagana y bulliciosa que ha hecho de Cajamarca un emblema festivo en los meses de febrero y marzo.
En los albores del siglo XX el carnaval no estaba instaurado como lo está hoy, sus comienzos como una fiesta representativa y que identifica a Cajamarca se remonta a la comienzo de 1920 y se formaliza en los años 30, los barrios empiezan a tomar presencia y la tradición se funde con la fiesta, surgen las caravanas de visitantes en las casas cajamarquinas y las comidas típicas como el “puchero”, mixtura de carnes, y la chicha de jora como la bebida principal de la festividad.
El carnaval tiene raíces andinas pero no se mantuvieron puras, es cuando llegan los españoles que le añaden elementos propios de su tierra y surgen los bailes de salón, el juego con serpentinas y el juego con agua que tiene una significación más añeja que la misma conquista, un ritual ancestral a los muertos momificados que eran paseados de casa en casa bajo un ritual festivo.
La fiesta del carnaval nace como una celebración religiosa, antes del miércoles de ceniza, en que se inicia la cuaresma católica. Es un desmán previo a un acongojamiento espiritual que se realiza después de la navidad, aunque en algunos países o regiones toma diferentes formas de festividad y se realiza en diferentes fechas.
En la actualidad hay regiones en que modifican el carnaval, que era una fiesta en que intervenía todo el pueblo, en un espectáculo que atrae el turismo y que transforma al pueblo en espectador, Cajamarca ha desvirtuado mucho esa fiesta que alguna vez fue tradicional. Hoy el carnaval es una celebración en donde cada año se le añaden nuevos elementos, se importan cantantes, músicos y lo autóctono, lamentablemente, se va dejando de lado.
Recientemente la Municipalidad Provincial de Cajamarca prohibió el uso de tarolas en esta fiesta porque genera una contaminación sonora y además no es un instrumento autóctono o propio de nuestra cultura como si lo es el clarín.
Existen otras añadiduras del carnaval que le dan un tono alienante y se han sido sumando a lo largo del tiempo y que han pasado desapercibidos, el uso de las máscaras vienesas es parte de ello, se ha asumido su uso como parte de nuestra tradición, cuando éstas no tienen nada que ver con nuestra historia y cultura.
Cada año inevitablemente se suman a la fiesta del carnaval distintos elementos que en un afán formativo acaban deformándolo, desafortunadamente es imposible impedir esa metamorfosis. En los últimos años Cajamarca se hizo cosmopolita, cada habitante nuevo tiene costumbres distintas y las agrega a la fiesta, es imposible evitar este proceso de transculturización.
Como no deja de ser curiosos que un alcalde que tiene raíces religiosas profundas, así como muchos de sus regidores, tengan que rendir tributo a una fiesta pagana y ofrendar a Baco una serie de ordenanzas para halagarlo, es una paradoja moral y civil porque hay que cumplirla.
Puede ser que el carnaval sea la fiesta más grande de Cajamarca, pero sin duda se trata del problema más agudo cada año, la gente se pelea, se ufana… luego llegan las críticas y los lamentos y la esencia de esa fiesta ancestral se ha perdido irremediablemente.
(1) Tarola: Es un tambor, usualmente de poca altura, con hebras llamadas bordones dispuestas diametralmente en la membrana inferior, las cuales le proporcionan su característico timbre más estridente y metálico que el del tambor común.