Ayer el sacerdote católico Luis Bambarén realizó unas declaraciones polémicas cuando se refirió al matrimonio entre personas del mismo sexo. El sacerdote dijo que se está usando el tema como un caballito de batalla con una finalidad puramente populista que persigue incrementar el número de votos. “El matrimonio viene de Dios y es de un hombre y una mujer. Nadie puede enmendarle la plana a Dios” dijo un iracundo obispo.
El obispo emérito de Chimbote, rechazó radicalmente la ola de promesas electorales que se ha producido en los últimos días con temas tan ásperos como el que se refiere al matrimonio gay. El reverendo en un ataque de ira llamó malditos a quienes proponían su aceptación y puso la cereza en la torta diciendo textualmente: “Es inútil que lo planteen. Por qué hablan de gay, gays, hablemos en castellano, en criollo: maricones, así se dice”, añadió.
El Cardenal Cipriani ya había dicho “La propuesta de la naturaleza y de Dios es la unión de un hombre y una mujer en matrimonio. Pero hoy se quiere promover algo parecido, aunque digan que no es lo mismo, de la unión de un hombre con un hombre, o una mujer con otra mujer (...). La sociedad económica ya existe, pero cuando le dan carácter de boda, están trabajando una agenda oculta en contra del derecho natural” Y no debemos olvidar que de agendas ocultas Juan Luis Cipriani sabe mucho.
Pero lingüísticamente Bambarén ¿tiene o no tiene razón? Según la Vigésima segunda Edición del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) la palabra gay tiene dos acepciones 1. adj. Perteneciente o relativa a la homosexualidad. 2. m. Hombre homosexual. Mientras que el mismo diccionario no consigna la palabra maricón como válida pero le atribuye una significación indirecta con una triple trascendencia: 1.m. marica (hombre afeminado). 2. m. sodomita (hombre que comete sodomía). 3. Insulto grosero con su significado preciso o sin él – bajo ese punto de vista, según la RAE, bien podríamos decir que Bambarén dijo una mariconada-.
Las propuestas dentro de una campaña tienen la única finalidad de enamorar a los electores y eso los políticos lo saben bien, nadie se atreve a decir no al matrimonio homosexual porque saben bien que el Perú está lleno de gente del tercer género, de hombres con colorete y aceite de avión. Nadie será tan tonto a estas alturas de enfrentarse a un sector numeroso y de crecimiento vertiginoso y perder tantos electores.
Lo de Bambarén ha sido un desliz lamentable, la Iglesia Católica no es la más idónea para dar muestras de intolerancia a estas alturas en que se desatan nuevos escándalos no solo de actos convivencia de religiosos con sus feligresas sino también de tráfico y desaparición de menores; escándalos que hoy el Vaticano investiga y que pueden tener consecuencias muy negativas para la Iglesia Católica.
Los políticos siempre prometen lo que no van a cumplir, se trata solo de una carnada para agitar el ambiente político. La Iglesia Católica tiene suficiente con los discursitos políticos de las homilías de Cipriani cada domingo como para seguir arriesgando su reputación con dimes y diretes de cantina.
Es bueno llamar a las cosas por su nombre, como lo dice Cipriani, por ello también sería bueno decir violador al violador, pederasta al pederasta, ladrón al ladrón… y de todos estos en la Iglesia Católica abundan, pero lo más importante y prudente definitivamente es no pisar los palitos de la intolerancia que tanto daño le han causado a la Iglesia en los últimos años y que la dejaron en una constante zozobra y desprestigio.