La enfermedad de Alzheimer ha cumplido cien años desde que se registró la aparición del primer caso en la historia. Aunque no existen datos precisos de sus índices en el Perú (1), mucho menos en Cajamarca, se sabe que en el mundo ya se cuentan 30 millones de personas afectadas con la enfermedad y se prevé que para el 2040 la padecerán 80 millones de personas.
Se trata de un tipo de demencia que cuenta ya con más de 100 años de historia. En noviembre de 1901 ingresó en el hospital de enfermedades mentales de Frankfurt una paciente de 51 años de edad llamada Auguste Deter, con un llamativo cuadro clínico de 5 años de evolución.
Tras comenzar con un delirio, la paciente había sufrido una rápida y progresiva pérdida de memoria acompañada de alucinaciones, desorientación en tiempo y espacio, paranoia, trastornos de la conducta y un grave trastorno del lenguaje. Fue estudiada por Alois Alzheimer, y más tarde por parte de médicos anónimos. Falleció el 8 de abril de 1906 por una septicemia, secundaria a úlceras por presión y neumonía.
El cerebro de la enferma fue enviado a Alzheimer, que procedió a su estudio histológico. El 4 de noviembre de 1906 presentó sus observaciones, al año siguiente publicó su trabajo con el título: “Una enfermedad grave característica de la corteza cerebral”. La denominación del cuadro clínico como enfermedad de Alzheimer fue introducida por Kraepelin en la octava edición de su “Manual de psiquiatría”, en 1910.
“Al paciente con enfermedad de Alzheimer los fallos de memoria le van limitando, de manera progresiva, sus actividades. Al principio, la pérdida se refiere, sobre todo, a hechos recientes. En esa fase llama la atención que el paciente recuerde, e incluso le guste evocar una y otra vez, con todo detalle, hechos referentes a su infancia y juventud, lo que puede mantenerse incluso ya cuando no es capaz de recordar el nombre de sus nietos o cuándo es Navidad. Poco a poco, deja de recordar todo cuanto se refiere a sí mismo, su edad, dónde vive; confunde a sus hijos o piensa que su esposo es su padre. Hay que destacar, no obstante que, aunque a veces es ya incapaz de recordar el nombre de su marido o sus hijos, su presencia suele resultarle agradable y tranquilizadora. El buen contacto afectivo, las emociones, el trato afectuoso que se le dispense acostumbra a ser aceptado y agradecido. En las fases finales se pierde, incluso, este aspecto tan primario de la relación”.(2)
Una enfermedad siempre será lamentable, implica siempre un problema que atañe a los familiares del entorno, a aquellos que tienen que velar y cuidar al paciente. Más allá de esa implicancia y del dolor que causa a los familiares ver como esa persona querida se va perdiendo en un mar de olvido; para el paciente no debe ser tan malo ir olvidando todo, todo en absoluto, como esa rara enfermedad de Macondo, ir olvidando todo lo vivido poco a poco. Ir olvidando a todos definitivamente, sin retorno, de todo lo dicho, de todo lo oído, de todo lo vivido, hasta que llegue el momento mismo de olvidar que estamos vivos.
(1) La Asociación Peruana de Enfermedad de Alzheimer y otras Demencias - APEAD tiene su sede en Lima en la Av. Arequipa 3845, Miraflores. Teléfono: 4420366. mail: