Anoche te he soñado después de mucho tiempo, de meses de nos saber nada de ti y de no querer saberlo ni buscarte, apareciste en mi sueño irremediablemente, estabas igual que siempre, tu cuerpo menudo y delgado, tus largos cabellos, tu rostro inundado de pecas, esas que antes me parecían hermosas, y he recordado pasajes oscuros de nuestros últimos días en nuestra casa en un segundo piso.
No es que quiera lastimarte, pero el sueño no era un sueño era una pesadilla y no sé bien el motivo de mi espanto en realidad, pero estabas vestida de negro junto a tu hermana Margarita, la mayor, la que tanto me quería y la que me pedía a hurtadillas que le ajuste la espalda cuando sus vértebras habían tomado caminos ajenos.
Sé que soñarte no es un buen augurio, soñarte me ha traído mala suerte, desde que nos separamos, te he soñado cuatro veces incluyendo esta última noche. La primera fue la noche anterior al día que me estrellé en un taxi y me rompí el tabique, estuve varios días con un dolor horrendo y con moretones en la cara, además de no poder respirar. La segunda noche que te soñé fue antes de que me entreguen el libro que iba a publicar, cuando me lo entregaron tenía mi nombre cambiado… José Alberto Padilla decía, tuve ganas de llorar al ver que todos los libros habían sido impresos con el nombre equivocado. La tercera vez fue antes de que te llevaras para siempre a nuestro hijo y desaparecieras en los suburbios de mi madrugada.
Por eso anoche cuando te soñé, mi sueño tenía un sabor a pesadilla, al despertar sabía que algo malo me esperaba, por eso mi sueño se perdió en un grito y desperté, sudoroso y huyendo, huyendo de tu recuerdo.
Pero ya tu energía se había apoderado de mi destino y algo había tramado, siempre fuiste el gato negro a mitad del camino, el espejo roto, la escalera en diagonal sostenida a una pared, la sal en mi mañana, siempre desde que te fuiste el soñarte ha sido una pesadilla y esta mañana no iba a ser la excepción.
Por eso he tomado un taxi y me he puesto el cinturón de seguridad para evitar algún percance y al llegar he mirado a todos lados antes de bajar para evitar que tu mirada nocturna se haga realidad. Pero nada ha pasado y ya la mañana está avanzada, hasta que me entregan el diario y leo que una sección donde se critican a los políticos y holgazanes del gobierno, está firmada con mi nombre y acompañada de mi foto, una columna que va a traerme problemas empiezo a sospechar luego de leerla con detenimiento y calma.
Me da risa saber que la columna más letal del diario en el que escribo ha salido con mi nombre y con mi foto, las personas afectadas deben estar indispuestas conmigo, deben pensar que soy una mala persona, que he querido hacerles daño, pero no puedo evitar el dejar de reírme.
Un error que a muchos puede hacerles pensar en volver a demandarme, en intentar sacarme dinero inútilmente, porque no lo tengo y porque un error pueril no puede hacerme un perseguido. Empiezo a creer que por fin me he librado de tus malos sueños. De repente suena el teléfono y una voz extraña me insulta por haberlo mencionado en esa columna, por haberme reído de su trabajo, cree que he sido yo. Yo sé que soy inocente, pero la voz me sigue gritando, habla de mi madre y de mis días contados, me amenaza con dejar mis huesos rotos, triturados… Entonces, sólo entonces, empiezo a creer que nunca voy a poder librarme de esa mala suerte que es el soñarte. Soñarte es ahora, la peor de mis pesadillas.