Fue un hombre de gran carácter, nació en Chota y murió en Cutervo, su vida está cargada de emotivos momentos de lucha social y de polémicas actitudes y actividades. No hay un consenso en cuando a sus acciones. Para Lewis Taylor, profesor inglés es un Robin Hood criollo, para sus biógrafos un caudillo que enfrentó con tenacidad al gobierno de aquella época. Nuevos estudios y descubrimientos han demostrado que entre 1900 y 1905 cuando era joven, vivió en Hualgayoc, desempeñando labores mineras.
Salomón Vilchez, en su obra Fusiles y Machetes (1960) describe a Eleodoro Benel “Hombre de unos cuarenta años; talla mediana; ágil y desenvuelto en sus ademanes; trigueño, firmes facciones, nariz aguileña, amplia frente: altivos bigotes; ojos negros de mirada penetrante tipo arábigo”. Se comenta que tenía una voz aflautada que no contrastaba con su ruda figura.
Hacia 1916 Benel obtiene en arrendamiento la hacienda de Llaucán (Propiedad del Colegio San Juan de Chota) ubicada en Hualgayoc, (lugar que años antes fue donado por el presidente Ramón Castilla a los pobladores de Hualgayoc para formar un nuevo pueblo luego de que un incendio destruyera el asiento minero). Los naturales del lugar crearon serias dificultades, por lo cual solicitó la intervención del Prefecto de Cajamarca, el coronel Ravines. A llegar a Llaucán, los campesinos le salieron al encuentro. Los ánimos se exaltaron y de las ofensas verbales pasaron a los hechos. Y el fuego de la fusilería dejó el campo cubierto de cadáveres” De esta masacre bárbara se habla mucho en la historia del Perú, no se han puesto de acuerdo los historiadores en si fueron cuatrocientos o más los indígenas, entre mujeres, ancianos y niños los asesinados por las fuerzas del orden. A esta matanza se han referido autores notables como Manuel Scorza, Ciro Alegría y López Albujar en varios de sus textos.
Como consecuencia de esta masacre, Benel fue enjuiciado y apresado en Cajamarca“Poco tiempo después, Benel ayudado por su hijo Casinaldo, con una orden fraguada, franqueó la puerta de la cárcel para huir velozmente, por la ruta de Llapa, protegido por 40 jinetes armados hasta los dientes. Desde entonces, hasta su muerte, viviría Benel en abierta pugna contra la ley, en franca rebeldía contra el gobierno local y nacional”.
Se dice que Benel murió el 28 de Noviembre de 1927, en el cerro El Arenal, un caserío de Cutervo, cuando al verse rodeado por las fuerzas del gobierno, se disparó un balazo en la cabeza. Su rifle permanece en el museo de la Policía Nacional del Perú.
Sus restos fueron llevados a la ciudad de Cutervo, pero el pueblo de Chota los trasladó al cementerio de esa ciudad. Varios libros se han escritos sobre este mítico personaje. Nazario Chávez Aliaga en su célebre Monografía del departamento de Cajamarca ha tratado el tema a profundidad. En las zonas donde vivió y actuó es una leyenda que aún se refleja en los rostros de los hombres que conocieron a Eleodoro Benel. Su solo nombre pronunciado es un enigma que agita el viento y los recuerdos confusos de la historia.