Ciro Alegría nació en la hacienda Sartimbamba, Quiruvilca, Provincia de Sánchez Carrión, Departamento de La Libertad, Perú el 4 de noviembre de 1909 y realizó sus primeros estudios en Cajamarca y en la Universidad nacional de la ciudad de Trujillo, cerca de la costa. Fue alumno de César Vallejo. Hizo incursiones en el periodismo, en los diarios "El Norte" y "La Industria" de Trujillo. Desde muy joven intervino en actividades políticas y en defensa de los indígenas y de las clases sociales más explotadas.
Fue uno de los más importantes representantes de la literatura indigenista americana.
En 1931 estuvo un año en la cárcel y posteriormente deportado a Chile, en 1934. En esta etapa se dedicó de lleno a la literatura y escribió páginas significativas de su literatura, obtuvo varios premios por sus novelas, otorgados por editoriales chilenas, por la editorial Farrar & Rinehart Company de EEUU y otros. Vivió durante varios años en Estados Unidos, Puerto Rico y Cuba; y regresó en 1957 al Perú. Después de su novela premiada, "El mundo es ancho y ajeno" (1941), no tuvo una gran producción, salvo algunos cuentos y relatos.
Fue miembro de la Academia peruana de la lengua en 1960, y posteriormente Presidente de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas. Falleció en Lima en 1967. Sus obras han sido traducidas a varios idiomas.
SUS OBRAS
La serpiente del oro (1925)
Los perros hambrientos (1938)
El mundo es ancho y ajeno (1941)
Duelo de caballeros (1962)
CIRO ALEGRIA Y SU RELACION CON CHILE Y GABRIELA MISTRAL
"Yo les quiero mucho aunque calle", dijo la poeta en carta dirigida al escritor.
En la revista Caretas 1421 se menciona que la relación amistosa de Ciro Alegría con Chile es grande. Allí fue desterrado en 1934 por ser militante del Partido Aprista. En Santiago escribió su primera novela “La Serpiente de Oro'”y luego “Los Perros Hambrientos”. En un hospital de ese país estuvo internado dos años aquejado por tuberculosis y fueron los filántropos chilenos los que acordaron pasarle una "beca de generosidad" durante 4 meses para que pudiera escribir “El Mundo es Ancho y Ajeno'” Este último libro vende anualmente 15,000 ejemplares -en una adaptación para escolares trabajada por Dora Varona- porque es un libro de texto aprobado por el Ministerio de Educación de Chile.
Todos estos datos los recuerda su viuda Dora Varona en la solapa del libro. "Gabriela Mistral Intima", hermoso libro publicado por Editorial Antártica de Chile, es un ejemplo más de los estrechos lazos de amistad que unieron al escritor con la poetisa.
Vale un paréntesis para mencionar la valiosa e incansable labor de Ediciones Varona a quien el mundo debe la difusión de la gran obra de Ciro Alegría. Cuando el escritor murió el 17 de febrero de 1967, solamente se habían publicado las tres novelas mencionadas líneas arriba. De manera póstuma se editaron 13 libros juveniles, 4 novelas, 3 libros de cuentos y un libro de memorias. En preparación hay tres libros más: "Boceto de un retrato del Perú" (escritos periodísticos publicados en Puerto Rico, Cuba y Lima), "Mi máquina de escribir" (artículos publicados en el año 1933 en “La Tribuna'”aprista) y "Breve viaje a través de la literatura". Falta investigar, recopilar y seleccionar muchos otros artículos publicados en Estados Unidos y que seguramente serán materia de varios otros libros.
"Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de mi esposo Genaro Llaqui, gran conocedor de la obra de Ciro y mi ayuda invalorable en todos esos años", dice la editora.
Cubana de nacimiento, Dora fue una precoz poetisa que a los 13 años conoció el aplauso del público. Creció entre halagos y fue mimada desde entonces, pero cuando se casó con Ciro optó por convertirse en su secretaria privada. Al enviudar, se quedó con tres pequeños hijos y uno más en el vientre, afrontando un verdadero vía crucis para poder mantener a su familia. Trabajaba en doble turno como maestra de escuela cuando ordenando la biblioteca de Ciro se detuvo en un libro sobre la vida de Ana Grigorievna, segunda esposa de Dostoievski. La lectura fue más bien una revelación y a partir de allí decidió dedicarse a recopilar la dispersa y prolífica obra de su esposo.Los años han pasado, el impulso inicial sigue incólume aunque otros bríos se han sumado a la tarea. Ella y Genaro han redescubierto el Evangelio y se han incorporado como pastores al servicio de su Iglesia. "Nada de fotos, nada de lucimiento personal, nada de reconocimientos individuales", dice con la serenidad y fortaleza de quien ha encontrado la paz por caminos menos terrenales.
La piedra y la cruz (fragmento)
Para no turbarlo, el muchacho se alejó un tanto, y después de trepar a una pequeña loma situada en mitad de la cresta, pudo contemplar, a un lado y al otro, el más amplio panorama de cerros que hasta ese momento vieron sus ojos. En el horizonte, las nubes formaban un marco albo sobre el cual las cumbres se recortaban, azules y negras, limando un tanto sus aristas. Más acá, los cerros tomaban diferentes colores: morados, rojizos, prietos, amarillentos, según su conformación, su altura y lejanía, surgiendo a veces desde el lado de ríos que ondulaban como sierpes grises. Coloreados de árboles y bohíos en sus bases, los cerros íbanse limpiando de tierra y por último, de no llegar a coronarlos de nieve espejeante la roca estallaba en una dramática afloración. La piedra cantaba su épico fragor de abismos, de picacho, de farallones, de cresterías, de toda suerte de cimas agudas y cumbres encrespadas, de roquedales enhiestos y peñones bravíos, en sucesión inconmensurable cuya grandeza era aumentada por una impresión de eternidad. Surgía de ese universo de piedra un poderoso aliento místico, quizás menos grandioso que el de las noches estrelladas, pero más ligado a la vida del hombre. Simbólicamente acaso, ese mundo de piedra estaba allí, al pie de la cruz, en las ofrendas de miles y miles de cantos, de piedras votivas, llevadas a lo largo del tiempo, en años que nadie podía contar, por los hombres del mundo de piedra. "