Día Contra la Discriminación Racial
El 21 de marzo de cada año se conmemora el Día Contra la Discriminación Racial, algo que en el Perú se da con mucha frecuencia y con continuo incremento. Recordemos sino lo sucedido en un cine limeño hace solo unos días con el hijo adolescente de un afamado cantante y una pareja de esposos – que por cierto eran cajamarquinos- los que fueron vejados, humillados y denunciados por el hecho de ser “serranos”.
Un profesor de historia, Fermín Saavedra Chaupis, del Colegio Cristo Rey tenía una hipótesis al respecto “El indio está en un proceso de cholificación”, solía argumentar refiriéndose al hecho del dejar el estado puro de hombre andino para convertirse en un ser alienado y hasta en cierta forma disfrazado, reemplazando su indumentaria auténtica de pantalón tejido en callua, llanques, sombrero y alforja; reemplazándolos por un jean azul, zapatillas, gorra y mochila… La pérdida de la identidad para adentrarse en lo alienante.
Para combatir el racismo, la Organización de Naciones Unidas adoptó en 1965 la Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial y estableció el día 21 de marzo como Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. A menudo se confunde racismo, que es una ideología de superioridad con conceptos como xenofobia que es más bien el odio a los extranjeros.
Pero centrándonos en el Perú, somos un país donde “cholear” es una afición innata, casi una adicción; tanto así que el término cholo tiene una connotación despectiva más que afectiva. No es lo mismo decir hola cholito – que denota afecto-, que decir fulano de tal es un cholo… –lo que denota desprecio y desdén-. En el Perú el serrano se burla del selvático, el selvático del serrano, el serrano del costeño y viceversa y dado a que somos un conjunto de castas – ingas y mandingas- somos un gran batido de razas y discriminadores insuperables – el blanco, el negro, el cobrizo, el mestizo, el indio, el oriental, el gringo, todos discriminados por todos-.
Al presidente Toledo le decíamos cholo; el papá de Lourdes Flores lo llamó “Auquénido de Harvard “, el hermano de Ollanta, Antauro se hace llamar “El adonis cobrizo” o el “Pachakutec Azul” sobreponiendo a la raza cobriza sobre las demás existentes en el Perú. La televisión nacional está plagada de rostros blancos, solo cuando se necesitan personajes aindiados se recurre a los tres actores de siempre. Nos choleamos cotidianamente e inmisericordemente.
Mi profesor Fermín Saavedra Chaupis, por cierto, era el prototipo vivo del pongo del famoso cuento de José María Arguedas, sin embargo se reía de los indios y más aún de los cholos –Acabó hablando inglés y enseñando quechua en una universidad de Norteamérica- César Vallejo fue otro de los peruanos que disfrutaba de ser cholo y lo vivía intensamente, nunca se avergonzó de ello, muy al contrario.
De esta combi de cholos que es el Perú urbano, el del realismo mágico en el que vivimos, nadie se salva, puede haber cholos cetrinos o cholos blancones, pero todos somos lo mismo; los mismos orígenes, el mismo pueblo, el mismo aire, los mismos problemas, la misma historia común, el mismo cielo azul o plomo gris que nos toque en la sierra, en la selva o en la costa.