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viernes, marzo 23, 2012

Corazón de niño


Hace trece años naciste, las luces blancas del hospital fueron lo primero que tus ojos vieron, tenías los ojos abiertos y examinabas cada detalle del salón. Cada esquina del techo blanquecino. Habías llegado a la vida una madrugada a las 3:05. Era tiempo de lluvias por eso afuera la lluvia caía presurosa, como esta pena.

La primera vez que nos vimos estabas arrugado, parecía que la piel era un traje que te quedaba grande, eras el niño que tanto tiempo habíamos esperado y tú parecías saberlo. Dos cosas recuerdos siempre – la primera vez que te vi y la noche que lo hice por última vez hace ya diez años- El tiempo pasa breve y las estaciones se suceden una tras otra, los días son una catarata de horas que se siguen perfiladas, de a uno como la misma vida.

Te puse mi nombre en un acto de amor, le agregué el de Javier por el poeta guerrillero que murió el río Madre De Dios, aquel de los pájaros y árboles, el que escribía tiernos versos en la soledad de la noche y a quien le engañaron que el mundo era un lugar al que se podía cambiar para que todos un día seamos felices.

Un día como hoy fue que te trajimos al mundo, en medio de la lluvia como anunciando que la vida no era siempre una felicidad perpetua, que también hay otoños e inviernos y no solo primaveras.

Con el tiempo inventamos un lenguaje, una forma de entendernos que nadie más comprendía, éramos felices poniéndole nombres a las estrellas o buscando a nuestros abuelos en ellas. Inventamos un mundo en el que fuimos habitantes y los cuentos siempre fueron para ti desde muy dentro de mí. Yo aprendí contigo que en mí habitaba un niño con el que tú jugabas diariamente.

Han pasado diez años desde la última noche en que te vi, desde que creí que te vería al día siguiente. Ya lo ves, han pasado diez años y sigo buscándote en las mismas estrellas que solíamos mirar por las noches sentados desde el borde de nuestra vida.

En todo este dolor no hay culpables, acaso si el tiempo y eso que los seres humanos llamamos distancia. A diario pienso en ti, a veces te encuentro en mis sueños y volvemos a reír, siempre te sueño como la última vez, un pequeño niño con el cabello corto y mil travesuras guardadas en tu alma.

Después de diez años al alma le crece una piel para sobrevivir. A veces miro en las líneas de mi mano buscando tu camino y no te encuentro desde aquella noche de noviembre. El tiempo dicen, cura todas las heridas, es una gran mentira; uno aprende a sobrevivir con ellas a cambiarlas diariamente de piel y a vivir dentro de ellas.

La vida es frágil, lo sé ahora que te escribo sentado en este rincón en donde escribo diariamente y veo tu fotografía junto a la mía. Siempre te recuerdo como el niño de aquella última vez, pero sé que no es así. Hoy cumples trece años… Me hubiera gustado decirte que me alegra que los cumplas, darte un abrazo y ser feliz con tu mirada y oír a tu lado “Corazón de Niño” de Di Blasio como cuando éramos felices y tú te dormías junto a mi pecho escuchando los latidos de mi corazón. Lamentablemente yo estoy solo y tú no estás conmigo.



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