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martes, setiembre 06, 2011

Reubicación del comercio ambulatorio


Los recientes y constantes operativos de reubicación de los comerciantes ambulantes en el centro de la ciudad es un paso loable que ha dado el municipio y que debe ser respaldado por los vecinos. Hace mucho que el centro de Cajamarca se convirtió en tierra de nadie y que los comerciantes invadieron calles y veredas para expender sus productos, invadiendo los espacios públicos que son de uso exclusivo de los peatones.

Muchas tiendas usan las veredas como exhibidores sin importarles en lo mínimo los transeúntes; un claro ejemplo es el jirón Tarapacá y Amazonas, en donde las mueblerías han llenado las aceras con roperos, camas, cómodas, mesas y una serie de muebles que obligan a los peatones a usar las pistas.

Lo mismo sucede en el jirón Apurímac, los maniquís han tomado las veredas, los buhoneros son los amos de ellas y hasta las vendedoras de flores invaden las veredas con sus tinas. Todo ello en desmedro del libre tránsito obligando a las personas a desplazarse por las pistas, a exponerse y ser víctimas de un accidente, lo que además congestiona el tránsito y causa un malestar generalizado en la población.

La determinación con que Ricardo Soriano, sub gerente de Comercialización y Licencias ha asumido esta labor es notable y merece el respaldo de quienes quieren vivir en una ciudad ordenada. Si bien la necesidad obliga a que muchas personas se ganen la vida con la venta de productos diversos y que para ello buscan lugares frecuentados por el público, resulta inaceptable que tiendas con locales propios invadan las calles para exhibir sus productos.

Uno de los artículos del reglamento que se está aplicando para los comerciantes refiere que los productos deben estar a una altura mínima de sesenta centímetros del piso, lo que si bien representa una acción a favor de la salubridad también afectará seriamente a aquellas personas que venden menestras u hortalizas que ellos mismos cultivan a muy baja escala y que representa su sustento diario. Quizás la reubicación y el otorgamiento de espacios apropiados sea la solución que beneficie a todos y que no atente contra los más débiles. Pero es innegable que el cumplimiento de las normas se tiene que dar.

Las acciones que ha realizado la municipalidad y que seguramente continuarán merecen el respaldo colectivo, no podemos vivir en una ciudad con un centro tugurizado por donde hay que caminar esquivando ambulantes, vehículos y expuestos a accidentes por la inconsciencia de algunos mercachifles innobles que solo piensan en su bienestar y para nada en el de los demás.

Hablar de que no se cumplieron los plazos a estas alturas resulta vano, muchos comunicados y notificaciones se han cursado, es importante hacer prevalecer la autoridad y ordenar la ciudad que buena falta le hace, pero resulta prioritario que este proceso sea equitativo, que con la misma vara se mida a todos y que se limpien las calles para vivir en paz y armonía en medio de los principios fundamentales de toda sociedad civilizada.

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