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miércoles, agosto 25, 2010

La belleza de lo efímero



El concurso de belleza Miss Universo 2010 convocó a las mujeres físicamente más bellas del planeta, distintas nacionalidades presentaron sus más importantes créditos en un concurso que año a año tiene la aceptación de millones de televidentes en el mundo entero.

Fue la mexicana Jimena Navarrete quien obtuvo el primer lugar del concurso, sin embargo la favorita para llevarse el título era la filipina Maria Venus Raj, pero el decir que no había cometido error alguno en su vida le habría costado la corona, es decir, aquella noche cometió el peor error de toda su vida, por lo menos de la que lleva vivida.

A la bella María Venus le tocó responder una pregunta del actor William Baldwin, quien le pidió que recuerde algún error cometido y qué hizo para enmendarlo.

La solicitud era sencilla y pudo ser manejada con habilidad y hasta aumentar su puntaje notablemente, sin embargo, la filipina se confundió, se aturdió y cometió el error que le costó el título.

“Gracias por esta maravillosa pregunta. Buenas noches damas y caballeros. Buenas noches a Las Vegas. Sepa usted (a Baldwin), que en mis 22 años de existencia puedo decir que no cometí errores en mi vida porque siempre confié mucho en mi familia y el amor que ellos me dieron. Agradezco mucho que me permitan estar aquí”, expresó María Venus para desilusión de sus millones de admiradores y sobretodo del jurado calificador, quien luego de ello la ubicó en el quinto puesto.

El año pasado, en Miss Panamá 2009, Giosue Cozzarelli, una bella aspirante al cetro respondió una de las más célebres sandeces que ha registrado la historia en este tipo de eventos. El animador le preguntó que quién había sido Confucio, a lo que la bella pero ignorante candidata respondió sin dudar:

“Confucio fue uno de los que inventó la confusión y por eso… fue uno de los chinos japoneses que fue de los más antiguos”

Lo que comprueba una vez más que la belleza no siempre va de la mano con la inteligencia y que generalmente son un dúo poco soluble como el agua y el aceite. Pero cada error que cometemos sirve para aprender algo nuevo, todos aprendemos de nuestros errores.

Aprender de nuestros errores es una actitud inteligente, pero es más importante comprender que la belleza física es efímera y que el tiempo siempre se encargará de trastocarla, de deformar esa obra perfecta o casi perfecta, mientras que la belleza interior y la inteligencia se acentúan con el paso del tiempo, se fortalecen y se solidifican. La belleza exterior es etérea.

La belleza siempre es efímera, camina al compás del tiempo que nos circunda siempre inexorable. Las rosas más bellas duran poco, el canto de las aves es breve. Una mujer inteligente sabrá convertir su lado menos favorecido en algo hermoso y al final, cuando llegue la vejez con ese manto cálido a cubrir los días solos y sin sol lo único realmente valioso que queda es el interior, el brillo del alma que trasciende, ese brillo que no se agota y que es como las estrellas, perenne duradero y que trasciende a los días y al tiempo.

La belleza de lo efímero no trasciende y la vida es un parpadeo. Un te quiero escrito en la roca, dura más que el que se escribe en los pétalos de una orquídea o de una azucena. La belleza física es flor de un día, la inteligencia como las rocas más duras que talla el tiempo y la propia vida.







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