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viernes, agosto 20, 2010

El Huáscar, “¿esperado retorno?”


El ministro de Defensa de Chile, Jaime Ravinet, dejó abierta una posibilidad para que su país devuelva el Huáscar al Perú. La declaración ha generado polémica en los chilenos, mientras unos están de acuerdo con la propuesta, otros simplemente no quieren saber absolutamente nada del tema, muchos sectores chilenos consideran que es un tema zanjado hace más de cien años y que su pertenencia al país del sur es indiscutible.

El diputado chileno Jorge Ulloa, por ejemplo, calificó las expresiones de Ravinet como “una profunda equivocación” y “una gran ignorancia”. Explicó además que el buque es parte de los registros de la Armada Nacional de Chile, y que por lo tanto devolver algo que ha sido legítimamente chileno por más de 100 años resulta insólito y es deslegitimar toda su historia.

La historia de las guerras está plagada de hurtos, de rapiñas feroces, de saqueos y latrocinios colectivos y culturales, sino, recordemos la Segunda Guerra Mundial, donde millones de obras de arte fueron sustraídas por los alemanes, muchos países literalmente saqueados, sin contar los desmanes que se producían en cada uno de ellos.

El Perú no escapó a esa tragedia, la tristemente célebre “Guerra del Pacífico” significó la pérdida de valioso material arqueológico, de miles y miles de libros robados o incinerados, de templos y de imágenes incendiadas o sustraídas y del monitor más insigne de nuestra nación, capturado por las huestes enemigas en medio de la cruenta guerra.

El monitor Huáscar significa para los peruanos la más grande insignia de una guerra que la perdimos interna y externamente, le pertenece al Perú aunque haya sido capturado luego del sacrificio de Grau, Ferré y Aguirre. Por eso la propuesta no suena descabellada para los peruanos, aunque sí lo sea para los chilenos.

Muchos chilenos, luego de la guerra se quedaron a vivir en nuestro país, tuvieron su familia y murieron en nuestra patria, la historia tiene un registro minucioso de aquellos que se establecieron en todo el Perú, y lo mismo sucedió con muchos ciudadanos de Arica y Tarapacá que luego de la guerra asumieron el costo de ella  y pasaron a ser chilenos, aunque nacieron cuando esas tierras pertenecían al Perú y debieron aprender otro himno y ver flamear otra bandera, aunque secretamente lloraban por su tragedia y honraban a la bandera roja y blanca. Mientras secretamente cantaban el Himno Nacional del Perú en sus más recónditas tristezas.

Chile nunca devolvió los miles de libros saqueados de la Biblioteca Nacional, ni los miles de ceramios sustraídos de museos públicos y colecciones particulares. Por eso la propuesta a los peruanos nos interesa, nos reivindica con un pensamiento globalizado que apunta a nuevos horizontes.

El ex presidente chileno, Patricio Aylwin, consideró que la devolución “sería una buena idea y un buen acto” aunque muchos políticos de ese país han considerado que no es el mejor momento debido a la demanda pendiente que se tiene en la haya por un tema marítimo entre Perú y Chile.

Miguel Grau se ganó el honroso titulo de “Caballero de los mares” porque no hizo escarnio del enemigo cuando lo venció y respetó su vida, salvó a los chilenos náufragos de la “Esmeralda” e, incluso, rescató y entregó los restos de los caídos a sus familiares en Chile, evitando, además, la destrucción de poblaciones inermes. Las cartas que escribió en medio de la guerra no muestran una sola injuria hacia el enemigo. Bien podrían los chilenos corresponder a ese gesto y empezar a limar esas centenarias asperezas que tanto daño han hecho a ambos países después de la guerra.

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