Conocida como "enfermedad de reyes y reina de las enfermedades", la gota ha sido objeto de estudio de los médicos y causa de sufrimiento en incontables personas, al menos, desde los tiempos de Hipócrates. Antiguamente, era una de las principales causas de dolor y de artritis crónica invalidante, pero ya ha sido derrotada por los avances científicos.
La gota es un tipo de artritis que causa ataques repentinos, dolores severos, inflamación, enrojecimiento e hipersensibilidad en las articulaciones. Afecta las articulaciones del dedo gordo pero puede generalmente ocurrir en los pies, tobillos, rodillas, manos y muñecas. La gota ocurre cuando una sustancia llamada ácido úrico se acumula en el cuerpo y se forman como agujas cristales en las articulaciones. Los primeros síntomas de la gota ocurren por lo general a la media noche o antes de levantarse por la mañana. Usando zapatos, el movimiento de las articulaciones o estando de pie pueden ser situaciones difíciles y muy dolorosas.
Debido al origen de la enfermedad se dice que es propia de las sociedades opulentas, de ahí el nombre de “enfermedad de los reyes”. Sin duda la vida tiene contradicciones garrafales, una de ella es que sea esta enfermedad propia de los obesos pero que recurrentemente se manifieste en las personas delgadas, es contradictorio también que sea propia de la opulencia en nuestra sociedad cada vez más limitada.
Lo cierto es que la gota no se parece a la canción de Carlos Vives para nada, es más bien una enfermedad virulenta, que produce dolores inenarrables y junto a ellos unos miedos terribles de quien se siente que empieza a llegar a una etapa diferente, que los temores infundados de la niñez y juventud se ven más claros a cierta edad. Quizás porque sabemos que la vida siempre suele girarnos una factura por todas aquellas cosas que un día las pensamos improbables cuando tenemos una edad muy jovial, sin embargo el tiempo pasa y un día alguien llama a la puerta con una factura que se va haciendo más impagable a cada instante, la del dolor, de la vida que se va y que empieza a tomar un sentido indiferente, como la soledad, el vacío y entonces, solo entonces, empezamos a pensar en el velo indescifrable de la muerte.