Mario Pastor, es el nombre verdadero del célebre y mítico personaje cajamarquino conocido como el Loco Terry. Hasta hace unos años, cuando alboreaban los años 1990, se lo veía acompañado de su madre sentado frente a una banca de cemento en la vetusta casa donde siempre habitó. La casa se encuentra frente al estadio héroes de San Ramón, colindante con el mercado San Sebastián.
Su madre tejía sentada a su lado y el loco era feliz, se los veía conversar amenamente, entretenidos. Un día la muerte se llevó a la anciana, aquella compañera de su vida. Desde entonces el Loco Terry se vio cada vez más solo, los pocos familiares que en la vida le quedaban parecían cada vez más distantes.
Terry nunca perdió su espíritu de negociante, se lo veía a diario por el mercado central con sus almanaques Bristol mientras realizaba monólogos absurdos que incluían actualidad política, criticaba a todos y a todo el sistema desde su singular punto de vista, con el cabello rapado y el rostro y manos pintados con violeta de genciana.
Otro de sus negocios favoritos era la venta de papel higiénico –Caga el rey y caga el Papa, caga la mujer más guapa, en este mundo cagón, de cagar nadie se escapa, compren su papel higiénico indios de m… para que se limpien el c…- Gritaba a voz en cuello y luego estallaba en carcajadas con una locura evidente que siempre arrancaba sonrisas disimuladas.
La gente le temía y lo respetaba. También lo quería. Hace unos meses en este diario publicamos un crucigrama con personajes célebres de Cajamarca como el Loco Terry y el Machimina, Terry se alegró y con su periódico en mano hacía comentarios obscenos sobre el tema. Tuvo un chispazo de felicidad mientras se observaba a sí mismo.
Hace tiempo que ha desaparecido y el rumor de su muerte crece como una bola de nieve, a ciencia cierta nadie sabe dónde está, pero las calles empiezan a extrañarlo, es parte del paisaje de Cajamarca, una celebridad.
Hace días tuvo un accidente producido en sus andanzas callejeras y se recupera en una casa de sus heridas, es decir de aquellas heridas que se ven, de esas que se pueden curar en algún tiempo, no de esas otras que no sangran, que no se ven y que se quedan en los seres humanos para siempre como un tatuaje en el alma, de aquellas que El loco Terry tiene tantas y que nadie sabe en qué momento se le fracturó la vida para dar paso a la leyenda que ahora es.
Él es el patrimonio vivo de una época que no va a volver, no está muerto, está enfermo, quizás no lo volvamos a ver, quizás para maña sea tarde para decirle que pese a todo lo queremos y que lo echamos de menos.