Viernes por la media noche en Perú. Se acercaba la madrugada en Chile, país vecino con dos horas de diferencia que celebraba el Festival de Viña del Mar, al que miles de turistas de todas partes del mundo asistían a ver de cerca a sus más grandes y disímiles ídolos.
Un joven desconocido para los peruanos, llamado Américo, un héroe para los chilenos sale al escenario de la Quinta Vergara en Viña del Mar y rompe la noche con los éxitos de un peruano, casi desconocido, Stanis Mogollón, probablemente no suene a nada, pero sí sus creaciones como “El embrujo”, “Lloro” "Quién cura", "Te vas, te vas", "Motor y motivo", "Hasta las seis de la mañana" y "Cómo hago" (merengue internacionalizado por Eddie Santiago), unas horas después un terremoto de 8,8 sacude el país y se prohíben todas las actividades masivas y colectivas incluido el Festival Internacional.
El sueño de los chilenos quedó interrumpido abruptamente a las 3.34 de la madrugada del sábado por un terremoto 8,8 grados de intensidad en la escala de Richter, que ha sacudido con violencia la zona central y sur del país y ha provocado al menos 800 muertos, según cifras oficiales. Y una cifra indeterminada de desaparecidos y decenas de heridos. El sismo también deja numerosas escenas de derrumbes de carreteras y edificios, marejadas, roturas de vidrios, grietas en caminos, caídas de postes y cortes de la energía eléctrica y de las comunicaciones. Fuentes oficiales han cifrado en al menos medio millón las viviendas destruidas por el temblor y en más de un millón y medio las dañadas, aunque los trabajos de evaluación de los daños podrían prolongase hasta dos semanas más.
Chile es un país que, nos guste o no, nos lleva años luz de adelanto, gracias a ello el número de víctimas mortales hasta el momento ha sido menor que las que tuvimos en Ica en el 2007, sin embargo, si un terremoto de esa intensidad se hubiera producido en el Perú la cifra de muertos habría sido millonaria y es que, más allá de lo bonito que sea bailar al son de las canciones de Sanis Mogollón con el Grupo Cinco, Agua Marina, o el mismo Américo con la cumbia peruana y protestar por nuestra propiedad y patente como el Pisco que no es otra cosa que un licor embrutecedor, o el suspiro a la limeña que tiene una rancia alcurnia colonialista, lo que el Perú a patentado como su propiedad es la criollada, la viveza de hacer colegios e inaugurarlos uno cada día aunque se caigan con el primer ventarrón, la criollada de contratar obras elaboradas con 90% de arena y 10% de cemento, paredes deleznables que se caen con solo rasguñarlas, la viveza instaurada y registrada con partida de nacimiento para falsificar documentos y presentarlos como originales, la criollada para “hacerse de la vista gorda” y aceptarlos como válidos, previa coima.
Somos vivos para hablar mal del compañero de trabajo, para mentir, para urdir maldades, para sacarle la vuelta a nuestra empresa o a nuestra pareja, para presumir de ser el “búho que todo lo sabe” pero no para superar nuestros más elementales problemas.
El terremoto de Pisco dejó miles de pérdidas en cuanto a viviendas y colegios, hospitales y comercios, hasta hoy no se ha podido refaccionar ni la mitad de todo ello. Ojalá que una desgracia como la sucedida en Chile no suceda en Perú, porque nosotros a diferencia de ellos hemos sufrido otros terremotos en nuestra sociedad, terremotos internos que nos redujeron a escombros y de los cuales nunca pudimos levantarnos, como la envidia, la maldad, la hipocresía, las falsas buenas intenciones.