Millones de
turistas llegaron a México desde que se anunció el fin del mundo gracias a unas
supuestas profecías mayas. Nadie habló con ningún maya, por lo tanto nadie
puede asegurar el asunto de las terribles y necias profecías, por último no hay
indicios de que los mayas usaron un calendario de conteo largo ni ningún
códice.
Ellos nunca
pensaron en el fin del mundo porque veían a la vida como una cuestión cíclica
que se renovaba constantemente como la serpiente que se muerde la cola, sin
embargo ha trascendido tanto la bendita profecía que ha causado conmoción en
más de un grupo y hay quienes anuncian el fin del mundo alegremente, en las
redes sociales, blogs y en cuanto espacio tienen para sembrar el tema sobre tan
vaga necedad. – Después del 21 todos reirán felices y se habrá puesto al descubierto,
una vez más, otra patraña del mercantilismo vil y de los vendedores de
profecías que nunca le atinan ni al resultado de un partido de futbol siquiera-
Si nos remitimos a
la documentación escrita, los presuntos códices maya conservados con un mayor
componente profético son algunos de los llamados Chilam Balam (“Boca del
Jaguar” o “Sacerdote Jaguar”). Se trata de códices anónimos en lengua maya en
los siglos XVII y XVIII, que entre otras cosas hablaban de religión, historia,
folklore y cosmogonía maya.
La mayoría del
legado maya codificado fue destruido en 1.562, muchos años antes de la probable
escritura de los Chilam Balam, en un Auto de Fe del sacerdote español Diego de
Landa. Sólo han sobrevivido hasta nuestros días unos pocos que apenas fueron
interpretados como simbología muy relativa. Existe un volumen reconstruido, no
original. Estos libros podrían contener parte de la cultura popular maya
destruida en 1.562.
Los únicos textos
mayas a los que tanto se aluden para evocar al fin del mundo se basan en unas
fuentes poco sólidas; traducciones e interpretaciones muy breves de estelas en
piedra y de jeroglíficos reconstruidos.
El autor, Alberto
Beuttenmüller, autor del libro de ficción sobre las famosas 7 Profecías Mayas
ha negado la conceptualización del fin del mundo como una posibilidad remota
siquiera y lo ha negado hasta la saciedad. Sin embargo hay sectores del mundo y
de la política en mantener a la humanidad sometida al miedo y al terror como ha
pasado cada cierto tiempo.
El mundo se va acabar un día con certeza, lamentablemente
eventos de esa naturaleza son impredecibles. No podemos sembrar en los niños
esas historias de terror, ya tienen bastante con la televisión y las noticias,
con los diarios, la radio y el Internet.
No podemos decir
que una cultura ya extinta pudo profetizar el fin de la humanidad si ni
siquiera pudo profetizar el fin de su propia caída y de su tiempo. Mientras se
acerca el 21 de diciembre las grandes editoriales venden exorbitantes cifras de
libros sobre profecías mayas y el fin del mundo. Los turistas siguen llegando a
México y los piratas siguen vendiendo películas de corte fatalista en donde la
humanidad desaparece.
Algunos ya
enloquecieron y cometieron matanzas masivas, otros piensan en el suicidio y
otros en hacer cosas disparatadas que nunca hicieron. De aquí a un tiempo surgirá una nueva profecía, un
nuevo intento para poner nerviosa a la humanidad y otra vez se repetirá la
historia una vez más como el mundo cíclico de los mayas como ese mundo circular
en que la serpiente se muerde la cola y recircula en una danza de vida en el
tiempo. La vida mientras tanto continúa.