Hace unos días el paisano
del nicaragüense Rubén Darío, Ernesto
Cardenal obtuvo el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. A propósito de
ello el periodista Javier Rodríguez del diario El País de España le hizo una
entrevista en donde sale a luz el hombre trascendental que es y el virtuoso de
la poesía y la vida.
Ernesto Cardenal tiene 87
años y ha sido casi todo lo que un ser humano puede ser en ese tiempo —monje y
sacerdote, revolucionario y ministro, traductor y poeta. En medio de las
revueltas aguas de la política y la religión los versos han sido siempre su
refugio menos ruidoso. Fue humillado alguna vez por el Papa Juan Pablo II ante
millones de personas que vieron su negativa de saludarlo, le hizo versos a
Marilyn y fue un revolucionario de la política y de las letras.
Desde Managua, Cardenal
cuenta por teléfono que la noticia le llegó a las 5:30 de su madrugada. La
sorpresa fue el premio, no la hora: llevaba, como de costumbre, dos horas y
media levantado. Para Cardenal, poesía, fe y compromiso forman “un todo
indivisible”. Se ordenó sacerdote en 1965 después de haber participado en una
primera, y fallida, intentona revolucionaria contra la dictadura de los Somoza,
de pasar por el monasterio de Getsemaní, en Estados Unidos, y de estudiar
teología en México.
Fue en “la América del
Norte” donde profundizó en Walt Whitman y en un poeta tan salmódico como él
mismo: Ezra Pound, al que tradujo. “Mi interés al dar a conocerlo”, cuenta,
“nace de que trae algo nuevo: el lenguaje del hombre de la calle, de la
realidad, de la selva y de las ciudades, de la naturaleza y de la historia.
Todo se puede cantar”. Un mensaje que, asegura, “se ha entendido poco en la
poesía en español”.
“Nunca he sido un
disidente sino un poeta de la Teología de la Liberación, que es la teología de
los pobres”, subraya Cardenal. “Evangelio en griego significa buena noticia y
la buena noticia para los pobres es la justicia. Resultó que esa teología no
era la del Vaticano. Nosotros creíamos en Jesús de Nazaret”. Ni disidente ni
político: “No, no soy un político, soy un revolucionario. Acepté el cargo de
ministro con gran sacrificio para repartir la cultura al pueblo. Nunca habría
sido ministro de un gobierno burgués capitalista”.
Eso sí, no oculta su
decepción con el actual gobierno de Daniel Ortega. “La revolución no la
esperábamos tan bella como fue, un sueño del que no queríamos despertar. El
gobierno actual es una pesadilla de la que no podemos despertar. Nicaragua vive
ahora una dictadura. El gobierno actual es una dictadura familiar de Daniel
Ortega, su mujer y sus hijos”.
¿Y la poesía? ¿Puede
cambiar algo? El autor de Canto cósmico dice que desde hace 20 años su
inspiración es la ciencia, pero no duda: “Claro, puede hacer mucho, cambiar la
mentalidad de la humanidad, que es lo que ha hecho siempre. El primer lenguaje
fue la poesía. La prosa vino luego. La poesía mantiene vivos los ideales y
anuncia un mundo mejor. Ya lo dijeron los profetas de la Biblia, tan cercanos a
los poetas. La poesía es anuncio y denuncia. Anuncio de un mundo nuevo y
denuncia de la injusticia”.