• ¿De qué estás hablando Willis?
Ayer llegó la noticia, trágica y con etiqueta de definitiva. El célebre actor estadounidense Gary Coleman falleció entre los escándalos recientes y los estentóreos anuncios de sus problemas conyugales y su acentuada violencia marital debido a sus alteraciones permanentes de conducta.
Gary Coleman, la diminuta estrella de la serie de los años 70 Blanco y Negro, falleció el jueves a los 42 años tras sufrir una hemorragia intercraneal.
El recordado ‘Arnold’ ingresó el último miércoles al Centro Médico del Valle Regional, en Utah, tras lesionarse la cabeza por una caída. “El respirador artificial que lo mantenía con vida le fue retirado y murió”, anunció la vocera del nosocomio, Janet Frank.
Coleman, con sus ojos brillantes y su perfecta intuición para saber cuándo soltar un chiste, saltó al estrellato con dicha serie, que debutó en 1978 y en la que dio vida al menor de dos hermanos afroamericanos adoptados por un acaudalado hombre blanco.
Pero su carrera estuvo marcada por contratiempos de salud y legales. Este año debió ser internado dos veces por problemas relacionados a apoplejías. Además pasó una noche en prisión en enero, después de ser arrestado bajo cargos de violencia doméstica.
La serie fue una de las más difundidas y aplaudidas a inicios de los ochenta, los actores y productores recibían millones de dólares al mes por ella. Única en su género se convirtió en un emblema de esos años cuando para hacer reír no había que recurrir a situaciones denigrantes ni a burdas imitaciones con matices de insolencia. La serie buscaba hacer reír y reflexionar y siempre lo conseguía, todo ello le permitió convertirse en el programa más esperado de la televisión que a fines de los setenta y comienzos de los ochenta era también en blanco y negro en la mayoría de hogares peruanos.
La serie tuvo cuatro protagonistas principales "Mr. D", o sea "papá Drummond", la hermana blanca de la serie, Dana Plato se convirtió en adicta y prostituta; Todd Bridges, (Willis) delincuente y adicto que incluso estuvo en prisión, y Gary Coleman, quien padeció una enfermedad renal crónica, han sido el vivo ejemplo de que las series más afamadas y vistas no siempre tienen los finales más felices.
Las personas que sobrepasamos los treinta y que disfrutamos de la serie día a día en aquellos años, no olvidaremos los gratos momentos que frente al televisor pasamos cuando aparecía en la pantalla ‘Diff’rent Strokes’, un campo de básquet en donde el padre blanco y los dos hijo s afros jugaban con un balón, hasta que el padre cargaba al pequeño Arnold y este encestaba sin problemas y no cabía en sí de felicidad.
La pecera circular y el solitario pececito llamado Brayan y una casa exquisita llena de ejemplos y moralejas patentaron un producto que se difundió por todos los rincones del mundo y que catapultó a Gary Coleman como una estrella de la televisión.
El tiempo nunca perdona, quizás él ha partido a una edad temprana aún, entre el bullicio y los ruidos de un mundo cada vez más humanamente frío y terriblemente caliente si hablamos del planeta.Su metro cuarenta centímetros nos hicieron verlo siempre como un niño aunque sabíamos que era un hombre adulto, quizás siempre quisimosque fuera un niño porque así lo queríamos.
Arnold se ha ido dejando una estela de honda pena en el recuerdo de mi generación, de los que vimos siempre en ese actor exquisito a un niño afro regordete y cachetón con chispazos mágicos de humor. Una nueva estrella se enciende en el paseo al infinito, ese que está más arriba de todas las estrellas de este mundo.