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miércoles, junio 19, 2013

El gato de despensero



La seguridad ciudadana en Cajamarca hace mucho tiempo que afronta una severa crisis. Los problemas empiezan cuando uno no reconoce que los tiene y en realidad los padece de un modo telúrico. En cierto momento, por ejemplo, se quiso negar que en Cajamarca había sicariato, pese a que asesinos a sueldo ingresaban a distintos lugares y sin mediar palabras disparaban contra sus víctimas y huían en algún vehículo, hoy sabemos que el sicariato está instalado en Cajamarca y que hasta hoy no hubo resultados en ninguna de las muertes sucedidas en el terminal pesquero o en el club nocturno “La Tania”, solo por citar dos ejemplos.

El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, decía Dante Alighieri, la Municipalidad a través de su alcalde y su cuerpo de regidores pueden tener muy buenas intenciones en cuanto al tema de seguridad ciudadana, se compraron e instalaron varias cámaras en puntos clave de la ciudad y en algún momento hasta se propuso la compra de helicópteros para vigilancia aérea – tal cual tiene el Callao- pero a veces el material humano falla y es cuando surgen los problemas.

Lo sucedido recientemente en nuestra ciudad, en donde un efectivo del Serenazgo fue capturado cuando robaba una motocicleta ha destapado muchas dudas sobre cómo funciona el Serenazgo en Cajamarca. La noticia ha tenido una connotación nacional porque se había puesto al gato de despensero, un efectivo que debería brindar seguridad a la ciudadanía usaba sus días de franco para cometer actos delictivos.

Si bien ya se anunció la separación de la unidad existe una cadena de mandos y responsables ¿Quién evalúa a los candidatos al Serenazgo? ¿Qué requisitos se solicitan y qué documentos? Más allá de las sanciones morales y penales que puedan darse sobre la persona que cometió tal acto, debe causarnos una profunda reflexión el hecho de que la inseguridad parte de nuestras mismas autoridades.

La municipalidad tiene la obligación de dar una explicación sobre el hecho, no se trata de separar al efectivo y lavarse las manos y seguir adelante; debe considerarse una profunda reestructuración y aplicar las sanciones a quienes les corresponda. Si bien el hecho ha sido mediatizado porque se trataba de un agente de “Seguridad Ciudadana”, debe considerarse también una investigación a profundidad sobre lo sucedido.

Cuando vemos a policías o miembros de seguridad ciudadana que son sorprendidos delinquiendo, sentimos una frustración inmensa, una decepción inmensurable porque hubo una infidelidad condenable y reprochable bajo todo punto de vista.

Mientras los cajamarquinos esperábamos que nuestro serenazgo le ponga el cascabel al hampa, no sabíamos que habíamos puesto al gato de despensero.

Está demás decir que  en el cuerpo de Serenazgo existen efectivos probos e íntegros y que no podemos incluir a todos por las tropelías de uno, pero también tenemos la imperiosa necesidad de reconocer que cuando hechos de esta naturaleza ocurren algo está fallando y es preciso mirar para adentro y hacer los ajustes que sean necesarios. Los cajamarquinos así lo esperamos.

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