La seguridad
ciudadana en Cajamarca hace mucho tiempo que afronta una severa crisis. Los
problemas empiezan cuando uno no reconoce que los tiene y en realidad los
padece de un modo telúrico. En cierto momento, por ejemplo, se quiso negar que
en Cajamarca había sicariato, pese a que asesinos a sueldo ingresaban a
distintos lugares y sin mediar palabras disparaban contra sus víctimas y huían
en algún vehículo, hoy sabemos que el sicariato está instalado en Cajamarca y
que hasta hoy no hubo resultados en ninguna de las muertes sucedidas en el
terminal pesquero o en el club nocturno “La Tania”, solo por citar dos ejemplos.
El camino al
infierno está empedrado de buenas intenciones, decía Dante Alighieri, la
Municipalidad a través de su alcalde y su cuerpo de regidores pueden tener muy
buenas intenciones en cuanto al tema de seguridad ciudadana, se compraron e
instalaron varias cámaras en puntos clave de la ciudad y en algún momento hasta
se propuso la compra de helicópteros para vigilancia aérea – tal cual tiene el Callao-
pero a veces el material humano falla y es cuando surgen los problemas.
Lo sucedido
recientemente en nuestra ciudad, en donde un efectivo del Serenazgo fue
capturado cuando robaba una motocicleta ha destapado muchas dudas sobre cómo
funciona el Serenazgo en Cajamarca. La noticia ha tenido una connotación
nacional porque se había puesto al gato de despensero, un efectivo que debería
brindar seguridad a la ciudadanía usaba sus días de franco para cometer actos
delictivos.
Si bien ya se
anunció la separación de la unidad existe una cadena de mandos y responsables
¿Quién evalúa a los candidatos al Serenazgo? ¿Qué requisitos se solicitan y qué
documentos? Más allá de las sanciones morales y penales que puedan darse sobre
la persona que cometió tal acto, debe causarnos una profunda reflexión el hecho
de que la inseguridad parte de nuestras mismas autoridades.
La municipalidad
tiene la obligación de dar una explicación sobre el hecho, no se trata de separar
al efectivo y lavarse las manos y seguir adelante; debe considerarse una
profunda reestructuración y aplicar las sanciones a quienes les corresponda. Si
bien el hecho ha sido mediatizado porque se trataba de un agente de “Seguridad
Ciudadana”, debe considerarse también una investigación a profundidad sobre lo
sucedido.
Cuando vemos a
policías o miembros de seguridad ciudadana que son sorprendidos delinquiendo,
sentimos una frustración inmensa, una decepción inmensurable porque hubo una
infidelidad condenable y reprochable bajo todo punto de vista.
Mientras los cajamarquinos
esperábamos que nuestro serenazgo le ponga el cascabel al hampa, no sabíamos
que habíamos puesto al gato de despensero.
Está demás decir
que en el cuerpo de Serenazgo existen
efectivos probos e íntegros y que no podemos incluir a todos por las tropelías
de uno, pero también tenemos la imperiosa necesidad de reconocer que cuando hechos
de esta naturaleza ocurren algo está fallando y es preciso mirar para adentro y
hacer los ajustes que sean necesarios. Los cajamarquinos así lo esperamos.