Tras la aprobación
de la norma que busca regular la publicidad de alimentos “chatarra”, los
expertos nos dan más luces sobre su naturaleza. Vivimos en un mundo agitado y a
toda prisa, las loncheras escolares se han desvirtuado porque hemos incurrido
en el facilismo.
Las loncheras de
antaño que contenían un jugo de frutas casero o una limonada, acompañado de un
sanguche de queso o mantequilla fueron reemplazadas con los néctares embasados
o por las piqueos, que si bien resulta muy práctico adquirirlos, están
saturados de conservantes y no son nada recomendables para niños que se
encuentran en pleno desarrollo.
Según una
publicación hecha recientemente en la capital sobre la polémica en torno a la
llamada ley de promoción de alimentos saludables, se advierte que los
principales objetivos de la medida son reglamentar la publicidad de los
llamados alimentos procesados con el fin de reducir la obesidad infantil. Pero,
¿estos son realmente más nocivos para nuestro organismo? Aquí lo que opinan los
expertos en nutrición respecto al tema.
En primer lugar,
determinemos qué es un producto procesado. Según el doctor Elmer Huerta, este
es “cualquier alimento que ha sido mezclado con sustancias químicas,
colorantes, preservantes, emulsionantes, saborizantes, etc. y que se vende en
una bolsa, en una caja, en una botella o en una lata”. Pero, ¿el haber sido
sometido a un proceso de industrialización lo hace, malo para la salud?
Los quioscos de los
colegios, aquellos que son frecuentados a diario por los escolares, están atiborrados
de ese tipo de productos, de ahí que ya se han iniciado campañas
interinstitucionales – Salud, Ministerio Público, Instituciones Educativas- que
buscan desterrar este tipo de productos y reemplazarlos con jugos naturales o
distintos platillos a base de productos como la qinua, coyo, kiwicha o tantos
otros que la naturaleza provee y que tienen un alto índice vitamínico.
Los productos
embasados no solo tienen un limitado valor proteico, sino que además son
generadores de una gran contaminación como se puede determinar por la basura
que es producida diariamente en cada institución educativa.
Una de las
autoridades en nutrición, la nutricionista Sandra Wages, explica que, por su
composición para aumentar la vida en anaquel, por lo general los productos procesados
son más resinados y tienen poca fibra. “Cuando tienes un alimento con mucha sal
es más fácil almacenarlos. Entonces hay algunos que tienen más sal, más grasa,
menos fibra y los que se dirigen a los niños son ricos en azúcar, porque eso es
lo que a ellos les gusta”, indica la nutricionista. Por eso explica que estos
han de ser consumidos con moderación.
Para Wages, la
cantidad de químicos que contienen estos alimentos no es el problema principal
que busca abordar la polémica ley. Hay alimentos que tienen preservantes o
diferentes sustancias químicas, pero eso no sería un problema, explica. “El
problema es que estos aditivos se suman y no se sabe a ciencia cierta qué es lo
que todos estos juntos pueden a hacer a la larga en el organismo”, dice también.
Al final los padres
tienen la decisión final y de ellos depende las determinaciones que se tomen.
Los quioscos seguirán vendiendo productos enlatados y embolsados, son las
madres y padres quienes tienen la última palabra sobre una ley que más allá de
ser polémica queda a la libre elección de cada uno de nosotros.