Hace unos días tuve
la angustia de leer un artículo escrito por alguien que no vivía en Cajamarca
pese a que era cajamarquino, sin embargo por razones de estudios había dejado
esta ciudad por unos años, el autor del artículo luego de una búsqueda vana de
librerías concluye que estas en Cajamarca no existen y que por lo tanto en nuestra
ciudad no se lee. Tal vez se trata de una mala percepción o de un
apresuramiento.
Las librerías como tales dejaron de existir hace mucho porque tuvieron que
fusionarse con bazares o con tiendas en donde se vendían útiles de escritorios,
pero las librerías puras, en donde solo se venden libros, dejaron de existir
hace décadas en Cajamarca – El último frustrado intento fue el que
hizo Zeta Book Store en un centro comercial, proyecto que fracasó debido a que
los libros eran originales y pocos o nadie estaban dispuestos a pagar por un
ejemplar de Vargas Llosa, 70 soles, cuando se podía conseguir la edición pirata
en 7 soles-
Quizás una de las librerías memorables y que fuera una de las últimas,
sino la última en Cajamarca, fue la Studium, ubicada en el jirón Tarapacá en
donde ahora hay un chifa; antes de ella sin duda la más recordada y emblemática
fue “Ramitos”, ubicada en la calle del Comercio, en donde el señor Ramitos
podía recomendar cuál libro era el más adecuado para la necesidad de cada
lector, hablar del autor y de la editorial – mientras ello solía invitar unos
caramelitos que luego añadía a la factura del libro, pero era una librería en
todos su contexto- Otra de las librerías de esa época, era La Católica
ubicada en uno de los costados de la Iglesia La Catedral.
Sin embargo ante la arremetida de las fotocopias y nuevas tecnologías
surgieron las ediciones piratas que se hicieron más populares y aunque ilegales
se hicieron más negociables debido al bajo precio de cada ejemplar. En
Cajamarca existen dos librerías que venden textos piratas en cantidades
ingentes cada día y su éxito justamente radica en que en Cajamarca hay una
voracidad lectora.
Otra de las pruebas contundentes de la gran cantidad de lectores que hay
en Cajamarca es la presencia recurrente de libreros en Cajamarca que suelen
frecuentar nuestra ciudad justamente porque es un mercado exitoso –
hoy, por ejemplo, un grupo de libreros de la Cámara Peruana del Libro están
instalados en la plazuela Miguel Grau y su presencia en Cajamarca responde al
hecho de que Cajamarca es un buen mercado, según confesiones de los mismos
comerciantes, que son una raza envidiable de gitanos de la cultura-
El Fondo Editorial de la Municipalidad – al margen de que los libros
tengan calidad o no- está en constante publicación y hay semanas en que
se presentan tres o cuatro libros. Cajamarca es una tierra que lee y con
librerías – solo en el perímetro de la Plaza de Armas hay dos – y los
cajamarquinos leen y son amantes de lecturas de toda índole como se puede
constatar en la Biblioteca José Gálvez – de la Municipalidad – en la de
la Dirección Regional de Cultura, en la
Universidad Nacional de Cajamarca – Este viernes se inaugura una más en el ex
INC: La Biblioteca “Fernando Silva Santisteban”- sin contar las
existentes en las universidades privadas y que siempre están atiborradas de
jóvenes ansiosos de lecturas.
Decir que Cajamarca es una ciudad sin librerías es relativo, su
existencia es más grande de lo que se piensa o de lo que nos cuentan. Todavía
hay escritores que llegan de Lima o de fuera del país y se alegran al encontrar
sus libros pirateados en nuestras librerías “piratas”, en aquellas que aunque
ilegales han puesto a buen recaudo el hábito de la lectura y que aunque a media
luz, siguen iluminando las bibliotecas de miles de cajamarquinos que aman y
amamos la lectura.