Una nueva denuncia por negligencia médica ocurrida en el Hospital Regional de Cajamarca ha sido el centro de la noticia en los medios de comunicación, al mismo estilo del hospital Sabogal de la ciudad de Lima, cuya tristemente célebre fama trascendiera las fronteras debido a los pésimos profesionales que amputaban piernas equivocadas o que olvidaban instrumental quirúrgico en las heridas de sus pacientes, un hecho escandaloso se convirtió en el bullicio mediático al conocerse la denuncia de Manuel Abelardo Paredes Lezama (82) quien ingresó el 13 de abril al hospital para ser operado de un problema en la próstata, sin embargó, terminaron cortando los uréteres.
Si bien cualquier profesional y en cualquier área profesional todos estamos expuestos a un error involuntario, el problema radica en la forma en que se pretende eludir la responsabilidad, más si tenemos en cuenta que se trata de la vida de un ser humano, un octogenario que hoy se encuentra postrado en una cama del hospital, abandonado por un sistema administrativo hostil que antes de buscar una solución al problema solo ha respondido con evasivas a tan delicada situación, al punto tal de que luego de ser abandonado a su suerte, tuvo que intervenir la Fiscalía de Prevención del Delito para obligar al médico a intervenir nuevamente al paciente.
El seguro médico para las víctimas de negligencias médicas, conocido como SOAT médico, fue tratado en varias oportunidades ante la ola de negligencias médicas que se han registrado en los últimos meses en nuetro país, en su momento Javier Velásquez advirtió el Congreso de la República daría luz verde al SOAT médico y que de no ser así el Ejecutivo podría aprobarlo mediante un decreto de urgencia.
-“No se puede permitir que si un médico comete una negligencia se le cargue el pago al Estado, porque al final eso es como decirle a todos los peruanos que paguen por la negligencia”- había anunciado en su momento el Primer Ministro con justísima razón. El estado no puede asumir el pasivo de la incompetencia o del error humano de los miles de médicos que laboran para el Estado.
No es nuevo que a diario suceden cientos de negligencias a lo largo del país y casi todas quedan impunes debido a que se dan en lugares en los que no es posible denunciar como es debido, por culpa de un engranaje de autoritarismo que labora en colusión con muchas autoridades, en las provincias y distritos del interior del país este tipo de situaciones siempre quedan impunes, nunca son sancionadas y ante ello son replicadas constantemente.
Los familiares de Manuel Abelardo Paredes Lezama han tenido que recurrir a la prensa para ser escuchados, pese a que ha pasado más de una semana, administrativamente no se hizo nada en el Hospital Regional, más allá de las chapuceras afirmaciones que hiciera el director de esa institución no existen pruebas tangibles de que se haya tomado alguna medida.
Los familiares de Manuel Abelardo Paredes Lezama, recurrieron incluso a la Fiscalía para hacer valer sus derechos, pero ¿Qué sucede con los cientos de personas del campo que no tienen la posibilidad de hacer sentir su protesta recurriendo a mecanismos que ellos desconocen? El abuso de la burocracia estatal merece ser investigado y sancionado. Nadie está libre de cometer un error, pero solo unos pocos no son cobardes para afrontar el problema y no esconder la cabeza como lo hace el avestruz.
El SOAT médico urge, es imperioso que este tipo de acciones no se repitan y que la indiferencia de los responsables no sea el eco que se estrella en la orfandad de los agraviados cada día.