Pablo Guevara, Pablo Guevara nació en Lima en 1930. Fue miembro de la generación del 50. Publicó Hotel Cusco, Crónica contra los bribones, La colisión, entre otros libros. Antes del fin, Guevara ingresó de emergencia al Hospital Rebagliati el 28 de agosto de 2006 y se internó hasta el 11 de setiembre. Fatal. Se le diagnosticó leucemia mieloide. Entre el 6 y el 25 de octubre tuvo un cuadro de neumonía. Los e-mails, como el “avisa a los compañeros” vallejiano corrieron entre amigos solicitando con urgencia sangre. Pablo murió el 1º de noviembre (“¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!”). Como se explica en la solapa del libro, Hospital fue escrito entre el 3 y el 11 de setiembre, en el cuarto 661, durante su primera permanencia. Entre el 11 y el 30 de ese mes el poeta lo concluyó en casa.
ADELANTO
Tres poemas del poemario póstumo Hospital que los amigos y discípulos de Pablo Guevara han logrado publicar. El primero, que es la apertura, y los siguientes corresponden a episodio 1 y episodio 2, como los ha denominado el grupo de poemas el recordado vate:
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otra vez aparece un trasatlántico en mi vida… herido de muerte acaso…(lo veo acoderado entre las avenidas Salaverry y Arenales aunque no logro saber cuál es la proa cuál la popa…desconozco estos inciertos muelles y la carta de navegación distrital de Jesús María)y tronaban como Júpiter.
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primeras incoherencias 1 a.m. la habitación cueva de al lado rebasaba de aullidos… parecían los de un animal poderoso portentoso mitológico furioso… de repente se trocó en juvenil voz de mujer muy entristecida que decía sollozando entrecortadamente...:
«por qué tengo que tener los zapatos más feos de este lugar… no sé»… –y sonó como una gran explosión– y otra vez esos aullidos salvajes aun peor que antes…
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segundas incoherencias 2 a.m. - 5 a.m. el viejo por tres noches pifió como en los estadios … [las ovejas enfermeras y técnicas entraban y salían apresuradamente… frente a mí un viejo cuadro del Doré en vivo (sí Gustave, el del Infierno) un viejo total calva monda el muslo musculoso plegado como en los grabados y elevando los brazos a los cielos… mi placer sin embargo no alcanzaba a mi desconsuelo… yo estaba con él en el grabado…] pero el viejo de la habitación del fondo todavía era un bocatto de horror [las ovejas seguían saliendo apresuradamente al trote… él invitando a gritos a que lo toqueteasen como fuera… «¿ven esta pita?… tiene un nudo… hay que deshacerlo… agarre nomás señorita… o señora… es un nudo… un nudo nada más…»] y el maldito viejo a mi lado que fingía dormir rompía a pifiar fuera de sí como en los estadios… 5… 7 veces… y más veces cerca de mi oído la guerra de los hielos seniles se había desatado… la humanidad entera vieja estaba a mi lado rugía el océano de encrespadas olas… trataba de avanzar y sortear todos estos arrecifes como sea…