A Fidelia Becerra.
El sábado por la
noche, nos llegó la noticia, la muerte había venido a buscarte y esta vez te
encontró inerme, no fue como otras veces cuando tantas veces le ganaste y te
reíste de ella, hoy lo haces desde el cielo.
La inmensidad de tu
casa y de tu corazón se vistió de luto para
abrir sus puertas de par en par y dejar pasar a tanta gente que te amó
de distinta manera, como amiga y como profesora, como maestra y compañera, como
la hacedora de las tortas más dulces del mundo.
Toda la gente que
se va nos deja más solos, se va dejando una estela de tristeza en nuestros
corazones y haciéndonos recordar que la vida es frágil y el camino es breve,
que nada es eterno en este mundo y que cada persona que nos deja de algún modo
nos va acercando a la muerte, porque va a llegar un día de completa soledad y
que el camino nuestro también se termine.
Fidelia Becerra
revilla de Cubas fue una mujer íntegra,
poco le importaba el qué dirán de la gente y saboreaba su vida desde la mañana
hasta el último segundo de la noche, fue una mujer ejemplar. Alan García le
entregó el reconocimiento como la Mujer del Año, reconocimiento que ganó por su
talento inmensurable y su amor infinito al prójimo.
La Fide… Hoy
contempla desde el cielo este universo de miradas y susurros en torno a ella,
hoy por última vez su humanidad recorre las calles tantos años frecuentadas
cuando había que ir al Cenacape Cajamarca donde forjó verdaderas mujeres y auténticas
madres de familia.
El mundo cabía en
sus manos, sus ojos cuajados eran una galaxia de sabiduría, sus manos hacían
magia al crear cualquier bocadillo o pastel y sus manos además, sembraron
infinitas veces los retoños de plantas y construyeron como un orfebre mil cosas
de cartón y de madera y tejieron kilómetros de tejidos que hoy guardan como un
Kipus el misterio de sus pensamientos mientras los hacía, de las miles de horas
entrelazadas esperando al hijo llegar o simplemente llegar la primavera para
ver renacer el trino de las aves que habitaban en su balcón.
Esa casa infinita
que tantas veces fue mía y nunca supe por qué y que tampoco lo sabré, -Yo
habité los primeros días de mi vida en Marañón 548 hasta que tuve 8 días, tu me
cobijaste cuando aun los insectos podían lastimarme- también se quedan tristes las calles de tus
destierros cuando la soledad te perseguía y a veces anidaba en tu ser, los
parque circundantes de una Cajamarca ida o la calle Juan Villanueva cuando
subías a ver a tu mamita diariamente.
La vida y la muerte
viven de la mano, hoy la lluvia que ha caído tras los cristales me ha traído tu
nombre. No vamos a volver a vernos, no en esta vida, pero las huellas que has
dejado son imborrables, sabemos por donde debemos seguirte y cuál es el camino.
Esos es suficiente.
Una mujer como tú
nace en mil años. El tío Alejito no ha podido ocultar su tristeza, nadie la
puede ni quiere. Esta hora triste repica en nuestros corazones como campanas
fúnebres de un adiós que cierra un ciclo. Te necesitaban en el cielo, allá
arriba querían aprender de tu talento, de tu arte, probar tus dulces y ser
queridos con el mismo amor que tú entregaste a cada uno de nosotros, a cada
gota de lluvia y a cada recodo del tiempo. Adiós Fidita, sé que hoy hay una
fiesta con San Pedro y que tú sonríes desde el cielo.