Ayer a las dos de
la tarde, hora peruana, ocho de la noche en Roma se anunció el nombre del nuevo
Jefe Supremo de la religión Católica, se trataba de Jorge Mario Bergoglio,
quien a partir de ese momento será conocido y recordado por la historia como el
Papa Francisco I.
Antes de que
Benedicto XVI anunciara su renuncia al papado, cierto día salió al balcón de la
Plaza de San Pedro donde miles de personas lo esperaban para verlo, el expapa
salió con una paloma entre las manos –la paloma en la religión católica
representa al Espíritu Santo- esta abrió la alas y empezó a volar, de
inmediato apareció una gaviota surcando el cielo y la tomó en pleno vuelo y le
propinó una golpiza ante la mirada anonadada de los miles de católicos que
pasmados contemplaron la escena. La paloma quedó malherida y se refugió en el
alfeizar de un ventanal, la gaviota entonces se marchó.
Ayer, mientras más
de diez mil personas de todas las nacionalidades del mundo esperaban que salga
humo blanco de la pequeña chimenea instalada en el techo de la capilla Sixtina,
apareció una gaviota – no sabemos si fue la misma de la fenomenal
tunda a la paloma de aquella vez – y se posó muy calmada sobre la
chimenea, ante la mirada atónita de los creyentes que esperaban con los ojos
fijos en la chimenea a ver de qué color salía el humo esta vez. Después de unos
minutos salió humo blanco y el mundo entero vibró de emoción. Había papa, pero
esta vez no fue anunciado por una paloma,-como hubiéramos querido- sino por
una gaviota.
Cuando el papa
electo agradeció la designación dijo: “Queridos hermanos y hermanas”, y con el
rostro emocionado: “Parece que los cardenales me vinieron a buscar al fin de mundo”,
afirmó, tras rendir tributo a su predecesor Benedicto XVI.
La expresión del
fin del mundo hace alusión a su lugar de origen, siendo Argentina uno de los
países extremos, geográficamente hablando – de acuerdo al mapa- era entendible
ese enunciado, sin embargo también podría tomarse en el sentido estricto si
tenemos en cuenta que el mundo colapsa y que una conflagración nuclear parece
estar ad portas –mi códices mayas ni meteoritos
–
Lo cierto es que
los biógrafos que han profundizado en la vida del nuevo papa no han sido muy
generosos con él. Llegó al sacerdocio a los 32 años, casi una década después de
perder un pulmón por una enfermedad respiratoria y de dejar sus estudios de
química. Pero pese a su ingreso tardío, en menos de cuatro años llegó a liderar
la congregación jesuita local, un cargo que ejerció de 1973 a 1979.
Su ascenso
coincidió con uno de los períodos más oscuros de Argentina, lo que le deparó
fuertes críticas: la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1982. El
cuestionamiento remite al secuestro de dos jesuitas detenidos clandestinamente
por el gobierno de facto por hacer tareas sociales en barriadas de extrema
pobreza. Según la acusación, Bergoglio les retiró la protección de su orden
religiosa. Ambos párrocos sobrevivieron a un encierro de cinco meses.
El señalamiento
consta en el libro “El silencio” del periodista Horacio Verbitsky, también
presidente de la entidad privada defensora de los derechos humanos CELS. Se
apoya en manifestaciones de Orlando Yorio, uno de los jesuitas secuestrados,
antes de fallecer por causas naturales en 2000. “La historia lo condena: lo
muestra como alguien opuesto a todas las experiencias innovadoras de la Iglesia
y sobre todo, en la época de la dictadura, lo muestra muy cercano al poder
militar”, señaló tiempo atrás el sociólogo Fortunato Mallimacci, exdecano de la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. ¿Será amigo de
Juan Luis Cipriani? Esperemos y roguemos a que no sea así y que todo sea una
mera especulación y que las gaviotas se alejen para siempre del vaticano.