Había un rey que fue timado por un sastre, quien le hizo creer que le había confeccionado un bello traje que era invisible y que solo podía ser visto por gente inteligente, los torpes no podrían verlo. El rey entonces andaba desnudo simulando ver el traje y su corte le decía que el traje era bello aunque nadie lo veía porque nadie quería contradecirlo… El rey mientras tanto andaba desnudo…
Cuando Ollanta Humala ganó las elecciones, los resultados oficiales se dieron avanzada la noche y los periodistas de la derecha extrema querían llorar por tal desgracia, algunos tenían el espanto dibujado en sus rostros, acomodaban sus anteojos nerviosos, tartamudeaban; otras reían como locas, se persignaban y se preguntaban angustiadas qué iba a ser del Perú desde esa noche en adelante.
Hoy esos mismos periodistas se han convertido en los voceros oficiales de las decisiones tomadas por Ollanta Humala, las mismas viejas gordas y locas y los mismos nerds que criticaban al exsoldado a rabiar hasta el viernes le lanzaban flores y lo llenaban de halagos, quizás porque el otrora hombre de promesas populares había optado por un cambio y guardar una postura más intermedia tanto así que la misma Martha Hildebrandt de llamarlo “cachaco mediocre” pasó a llamarlo “militar con limitaciones propias de su carrera”, gran diferencia de fondo y de forma.
La renuncia de Salomón Lerner evidencia las rencillas que ya se habían notado en medio de los conflicto surgidos en todo el país y la soluciones que Ollanta estaba aplicando, soluciones con tonos militares en todo el país porque en el fondo los seres humanos no podemos cambiar nuestra esencia y la esencia del presidente Ollanta Humala es militar, imperativa, autoritaria y dominante. Ya se propuso el servicio militar obligatorio y suprimir el voto militar entre otras cosas.
Los gurús del periodismo quizás hoy estén preocupados por el copamiento de los militares en puestos claves y ya no estén muy convencidos de seguir con sus bravatas con las que a los cajamarquinos nos calificaron de “ignorantes, indios brutos o de pueblo detenido en el tiempo”, quizás hoy todos esos cortesanos y cortesanas empiecen a ver la desnudez de su rey con pavor y se den cuenta que está desnudo, “calato” como hubiera dicho doña Martha Hildebrant.
Probablemente ahora vuelvan a ponerse sus viejas caretas de tristeza y de angustia, esas con las que miraban a Keiko Fujimori luego de los anuncios oficiales de Magdalena Chú dando como ganador a Ollanta Humala Tasso. Salomón Lerner representaba una bisagra entre la izquierda y derecha, entre lo civil y lo militar y quiérase o no la voz convocante al diálogo.
Óscar Valdez fue quien tuvo un papel decisivo en las últimas acciones en Cajamarca, desde esa exhibición de poder militar en Cajamarca que se hizo hace una semana hasta la manera de resolver el conflicto con los “guardianes socráticos de la república” como lo dijo Ollanta Humala en la conmemoración de la Batalla de Ayacucho, “soldados que están más allá del bien y del mal”.
El que nace pa´ panzón aunque lo fajen, reza el dicho y Ollanta tarde o temprano imbuido de poder no va a dejar su formación castrense. Se ha deshecho de los ministros que más apuros le han causado al gobierno en las últimas semanas y la improvisación de Gana Perú se ha puesto en evidencia una vez más, cambiar a 11 ministros a solo unos meses de asumir el mando es prueba clara de que la fórmula inicial no funcionó y que la derechización y la militarización van de la mano. ¿Cuánto tiempo más durará la careta de felicidad a los periodistas capitalinos? ¿por quién doblarán las campanas mañana?
Ya lo decía John Donne: Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti.