Ellos surcan el cielo cada vez menos azul de Cajamarca, ese cielo casi plomizo que ha perdido los colores con la contaminación cotidiana. El argot local los llama indiopishgos, pero se trata en realidad de los gorriones.
Con el nombre de gorriones se conocen a varias especies de aves de unos 15 cm de longitud, rechonchos, con el pico grueso adaptado a su alimentación granívora y generalmente carentes de colores vivos, predominando los grises y marrones en su plumaje. En algunas especies hay diferencia entre los machos y las hembras, pero en otras son prácticamente iguales.
El gorrión común (Passer domesticus), llamado también “gurriato”, es el pájaro más conocido por todos y se utiliza siempre para describir otras especies por comparación con él. El macho es marrón, gris y blanco, destacando como diferencias con otras especies de gorriones la parte superior de la cabeza de color gris y una mancha negra en el pecho. Esta mancha es pequeña en otoño y crece en primavera, no porque cambie el plumaje, sino porque al desgastarse con el uso, aparece el color negro de la parte interior de las plumas. La hembra y los jóvenes carecen de la garganta negra y son de un apagado color pardo por la parte superior y gris en la inferior, sin ninguna marca distintiva.
A finales del invierno empiezan la época de celo, con persecuciones ruidosas en las que están implicados varios machos y hembras. No obstante, la cría no se realiza hasta mayo o junio, aunque recuperan el tiempo y crían dos o tres polladas en la temporada.
El gorrión común está muy ligado al hombre, instalando sus nidos en tejados, agujeros de paredes de casas, iglesias, corrales, puentes, almacenes... Muy pocas veces cría en árboles o arbustos. El nido es muy burdo, hecho de hierbas, plumas y hojas, entre las que también podemos encontrar papeles y plásticos.
Es muy sociable, casi siempre aparece en grupos y no sólo de la misma especie, sino con otras especies de gorriones o similares. En invierno, suelen reunirse a dormir todos juntos. Estos “dormideros” los instalan en árboles, casas o en zonas mínimamente protegidas de la intemperie.
El gorrión molinero (Passer montanus), llamado “gorrión de campo”, es menos conocido y a veces confundido con el gorrión común. En efecto, es difícil distinguirlos a distancia, aunque si los observamos con prismáticos, veremos que el gorrión molinero es algo más pequeño que el común, tiene dos manchas oscuras en las mejillas y la parte superior de la cabeza es de color marrón. En esta especie los machos y las hembras son iguales, y los jóvenes tienen el color más apagado y la mancha de la mejilla prácticamente inapreciable.
Anida en agujeros de muros, árboles y en los mismos lugares que el gorrión común cuando éste, más fuerte y dominante, se lo permite. Anida en pequeñas colonias, construyendo una cama con ramitas secas y sobre ésta un colchón de plumas.
Para ver a los gorriones basta con lanzar unas migajas en el jardín o unos granos de arroz, ellos se acercarán a comer en grupo, si se los acostumbra suelen habituarse a un horario y son puntuales, son tímidos, ante la presencia humana suelen volar abruptamente. Los podemos encontrar en el valle, en la jalca, en Hualgayoc sobre los tres mil metros de altura y en otros lugares fríos a los que se han adaptado con gran facilidad. Son el testimonio vivo de nuestro ayer y nuestro presente y de ese mañana incierto que quien sabe si verán.