Hace unos meses los operadores turísticos de Cajamarca habían concertado
en su desesperación y habían apuntado hacia Carla Díaz, directora de la Dirección
Desconcentrada de Cultura de Cajamarca, buscaban entonces sacarla de escena y,
equivocadamente, la culpaban de la problemática turística en la ciudad.
Intentaron por todos los medios, a través del Congreso –otro craso
error- que la destituyan y hasta ya tenían a su sucesor. Siendo la Dirección
Desconcentrada de Cultura una institución dependiente del Ministerio de Cultura
resultaba iluso pensar que una comisión conchabada con el Congreso conseguiría
tal fin. Todo quedó en un conato y aquello se frustró.
Hoy, el gremio de artesano ha afinado la puntería sobre el Director
Regional de Turismo y Comercio Exterior (DIRCETUR) Hermógenes Ramírez a quien
califican de incapaz en el manejo del cargo y que no tiene la capacidad
requerida para la concretización de mejoras tangibles en el ámbito de la
región.
Si bien los gremios y los operadores en su conjunto pueden sugerir, no
tienen la autoridad para cambiar autoridades que en todo caso, ocupan cargos de
confianza y que, seamos realistas, el problema del turismo es consecuencia de
la conflictividad social en la que Cajamarca está sumida hace más de dos años.
La afectación es colectiva, desde taxistas, hasta hoteleros, pasando por
restaurantes y agencias de transportes y turismo.
Los cambios no van a solucionar el problema que tiene una esencia
distinta y muy social. La solución no está en buscar rodar cabezas, sino en
consensuar.