La necesidad del agua es
cada vez más vital para los cajamarquinos, nuestras fuentes desaparecieron paulatinamente,
la minería y la contaminación hicieron lo suyo, no podemos negarlo ni tapar la
realidad. Se suma a ello un problema crucial, el incremento de la población
sustancialmente (casi 300 mil habitantes) como consecuencia del boom minero
surgido hace ve años.
Cajamarca es una ciudad
permanentemente desabastecida de agua, que por más pretextos que se esgriman la
verdad es que no tenemos agua suficiente y que la empresa proveedora del
suministro nunca tomó las previsiones ante el crecimiento vertiginoso que hubo
en esos veinte últimos.
La presa del Chonta es un
proyecto que solucionaría en gran parte la problemática surgida, sin embargo,
el trabajo social que debió realizarse en las comunidades y que significa la
parte más sensible del proyecto no se ha hecho, apenas un acercamiento frío que
ha generado más confusiones que certezas y que ha sido aprovechado
políticamente por muchos protagonistas de la campaña electoral ya vigente.
El trabajo social y las
propuestas de reubicación fue lo primero que debió tratarse, sin embargo recién
se ha comenzado, lo que ha generado muchas suspicacias y que muchos pescadores
en este río revuelto hagan de las suyas y se aventuren con una serie de
versiones que solo han causado desconcierto y malestar entre las comunidades
involucradas.
El tema de la reubicación
y el justiprecio de las tierras resulta medular, es vital por donde se lo mire
y de ello y solo de ello dependerá que el tan discutido proyecto se ejecute o
no.