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viernes, julio 09, 2010

Discursos y ají



El presidente Alan García arribó nuevamente a nuestra región. La campaña política se encuentra en ebullición y el mandatario aprovecha al máximo las oportunidades que se le presentan. Semanas atrás el presidente llegó hasta la provincia de Chota para entregar el proyecto de la Universidad Autónoma de Chota en un clarísimo acto de proselitismo en el que para variar también se aprovecharon del río revuelto congresistas como Werner Cabrera y Alejandro Rebaza.

Esta vez Alan García llegó a la provincia de Hualgayoc - y no de Bambamarca como lo anuncian los voceros del oficialismo demostrando su evidente desconocimiento de la geopolítica nacional ya que la provincia de Bambamarca sencillamente no existe- sin saber a donde había llegado

García llegó a Hualgayoc y no lo sabía, al fin y al cabo Hualgayoc es un pueblo que desde su creación en el año de 1771 no ha variado en casi nada gracias a la incompetencia e ineptitud de sus autoridades pese a que en sus momentos más gloriosos fue un emporio minero que trastornó la vida de Cajamarca tal como lo cita el historiador Horacio Urteaga, el estudioso Carlos Contreras y científicos como Alejandro Von Humbolt y Antonio Raymondi.

García no solo evitó arribar a Cajamarca, pues son varias las cuentas pendientes que tiene con los cajamarquinos, sino que hizo gala de su fluida verborrea para hablar de la grandeza de sus obras y su preocupación por el incremento de obras en su gestión “A mí lo que me interesa es hacer la justicia social en mi país, y eso no se hace con gritos, eso se hace con inteligencia, sabiendo cómo obtener recursos (...) y distribuirlos a todos los humildes, a los olvidados, a los provincianos, a los comuneros, y eso es lo que estamos haciendo” ha dicho el dignatario.

"Yo sé que en la política, como en cualquier plato de comida, hay que echar un poco de ají, pero nadie se come un plato de ají completo; y hay propuestas y discursos que solo son platos de ají, sin cuy, sin cordero, carne, ni esencia ni obra" ha agregado. Pero la gestión de Alan García se parece más a un plato de ají y lo que es peor, de un mal ají, temas como la venta de miles de hectáreas por funcionarios de COFOPRI, la mafia enquistada en la venta de terrenos en el proyecto PEJEZA, los oscuros negociados de la venta de pozos petroleros y la ligereza con que gánsteres como José Enrique Crusillat y Genaro Delgado Parker han conseguido una sospechosa inmunidad y hasta la gracia del indulto son solo una parte de ese picante de ají al que el regordete mandatario se ha referido.

Esa omisión repetida que ha hecho a los cajamarquinos el jueves último ha dejado un sabor amargo en el colectivo poblacional, un marcado desaire de un presidente que no se ha distinguido en su mandato por la prolijidad de sus obras, sino más bien de sus desdenes.

Cajamarca hubiera querido escuchar un discurso sobre las posibilidades económicas a futuro de un presidente en salida y no de un optimista ministro de agricultura Adolfo de Córdova y las millonarias inversiones en su sector con un perfil poco claro.

Definitivamente el plato de ají que García envió a los cajamarquinos por segunda vez ha empezado a cansar y las lágrimas que derramó con la caída del sólido norte en las últimas elecciones pueden repetirse, esta vez en la tierra de Revilla Pérez, Seoane… y otros tantos que forjaron la senda que hoy él transita.

















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