Juan Luis Cipriani,
el obtuso cardenal peruano, una vez más pone de manifiesto su procacidad con
respecto al pensamiento de los demás y pretende imponer sus ideas al mismo modo
que lo hacía cuando su amigo, el dictador Alberto Fujimori saqueaba el país.
Hace unos días el
legislador Carlos Bruce presentó un proyecto de ley requiriendo la “Unión civil
entre homosexuales” pedido que generó polémica, como era de esperarse y que ha
hecho saltar a los sectores más recalcitrantes como el que lidera Juan Luis
Cipriani, quien de inmediato salió a despotricar contra el legislador –aprovechando
una vez más su posición de sacerdote embustero y político (disfraz de cordero
con kimono debajo)- usando palabras denigrantes contra el legislador.
En su programa radial
Diálogos de Fe, el prelado aseguró que el proyecto de unión civil entre parejas
homosexuales busca “destrozar el matrimonio” heterosexual, a la vez que apuntó
contra Bruce al señalar que: la población no ha elegido congresistas para
que justifiquen “su propia opción”. Un insulto abierto y descarado que
debe ser juzgado por la población que lo sigue e instarla a reflexionar si en
realidad es un líder o merece serlo.
“Le aseguro que Cipriani no ha votado por mí, así que
no me siento aludido, son ataques personales que no debería estar haciendo el
cardenal (…) No voy a contestar porque baja el nivel de debate”, dijo el legislador
ante el apabullamiento grosero del mentecato de Cipriani.
“Le garantizo que no presentaré un proyecto cambiando
los derechos de la unión civil al matrimonio. A mí lo que me interesa son los
derechos”,
subrayó el legislador, quien recordó que su iniciativa busca garantizar
derechos tales como el seguro de salud y la pensión.
“No es ninguna caricatura que a dos personas que se
quieren y quieren vivir juntos se les proteja sus derechos. Son más de 60
países donde se han establecido uniones civiles y matrimonios entre
homosexuales. En ningún caso el matrimonio y la familia se verán debilitados”, aseguró.
Cipriani prefiere a
los homosexuales “caletas” como los llamamos en el Perú, aquellos que viven en
el closet y que se dedican a sodomizar
monaguillos como sucede a diario en la Iglesia Católica, fue por ello que el
papa Benedicto XVI se vio obligado a renunciar. Por eso sataniza un proyecto
que no busca nada más que una situación civil igualitaria. El homosexualismo no
es nuevo desde los albores de la Biblia ya se lo manifiesta y se lo cita como
en Sodoma y Gomorra por ejemplo, hoy, en la actualidad se lo etiquetó y se lo
llama por su nombre o por un nombre universalmente consensuado, como sucede con
el Bullying, siempre estuvo presente, latente y vigente –leamos sino Paco Yunque de César Vallejo de hace casi un siglo atrás- No
incomoda que Cipriani piense diferente o que no esté de acuerdo, lo que importa
es el mal uso que hace del poder que la iglesia le ha conferido, porque el no
representa a la gran mayoría de católicos del Perú, no espiritualmente, quizás
sí por una encargatura pero nada más. Cipriani debería más bien enfundarse en
su túnica –no en su kimono naranja- y dedicarse a trabajar por la Iglesia Católica que ya
bastantes feligreses ha perdido con las sectas en el Perú o a vigilar y revisar
las denuncias por pederastia dentro de su institución que aunque no votamos por
él –ni
lo haría de poder hacerlo- es el responsable de los devaneos y
descarríos que suceden en su rebaño.