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lunes, setiembre 16, 2013

Homofobia eclesiástica



Juan Luis Cipriani, el obtuso cardenal peruano, una vez más pone de manifiesto su procacidad con respecto al pensamiento de los demás y pretende imponer sus ideas al mismo modo que lo hacía cuando su amigo, el dictador Alberto Fujimori saqueaba el país.

Hace unos días el legislador Carlos Bruce presentó un proyecto de ley requiriendo la “Unión civil entre homosexuales” pedido que generó polémica, como era de esperarse y que ha hecho saltar a los sectores más recalcitrantes como el que lidera Juan Luis Cipriani, quien de inmediato salió a despotricar contra el legislador –aprovechando una vez más su posición de sacerdote embustero y político (disfraz de cordero con kimono debajo)- usando palabras denigrantes contra el legislador.

En su programa radial Diálogos de Fe, el prelado aseguró que el proyecto de unión civil entre parejas homosexuales busca “destrozar el matrimonio” heterosexual, a la vez que apuntó contra Bruce al señalar que: la población no ha elegido congresistas para que justifiquen “su propia opción”. Un insulto abierto y descarado que debe ser juzgado por la población que lo sigue e instarla a reflexionar si en realidad es un líder o merece serlo.

“Le aseguro que Cipriani no ha votado por mí, así que no me siento aludido, son ataques personales que no debería estar haciendo el cardenal (…) No voy a contestar porque baja el nivel de debate”, dijo el legislador ante el apabullamiento grosero del mentecato de Cipriani.

“Le garantizo que no presentaré un proyecto cambiando los derechos de la unión civil al matrimonio. A mí lo que me interesa son los derechos”, subrayó el legislador, quien recordó que su iniciativa busca garantizar derechos tales como el seguro de salud y la pensión.

“No es ninguna caricatura que a dos personas que se quieren y quieren vivir juntos se les proteja sus derechos. Son más de 60 países donde se han establecido uniones civiles y matrimonios entre homosexuales. En ningún caso el matrimonio y la familia se verán debilitados”, aseguró.


Cipriani prefiere a los homosexuales “caletas” como los llamamos en el Perú, aquellos que viven en el closet y que se dedican a  sodomizar monaguillos como sucede a diario en la Iglesia Católica, fue por ello que el papa Benedicto XVI se vio obligado a renunciar. Por eso sataniza un proyecto que no busca nada más que una situación civil igualitaria. El homosexualismo no es nuevo desde los albores de la Biblia ya se lo manifiesta y se lo cita como en Sodoma y Gomorra por ejemplo, hoy, en la actualidad se lo etiquetó y se lo llama por su nombre o por un nombre universalmente consensuado, como sucede con el Bullying, siempre estuvo presente, latente y vigente –leamos sino Paco Yunque de César Vallejo de hace casi un siglo atrás- No incomoda que Cipriani piense diferente o que no esté de acuerdo, lo que importa es el mal uso que hace del poder que la iglesia le ha conferido, porque el no representa a la gran mayoría de católicos del Perú, no espiritualmente, quizás sí por una encargatura pero nada más. Cipriani debería más bien enfundarse en su túnica –no en su kimono naranja- y dedicarse  a trabajar por la Iglesia Católica que ya bastantes feligreses ha perdido con las sectas en el Perú o a vigilar y revisar las denuncias por pederastia dentro de su institución que aunque no votamos por él –ni lo haría de poder hacerlo- es el responsable de los devaneos y descarríos que suceden en su rebaño.

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