El viejo conflicto entre las
funciones que deben asumir la Municipalidad Provincial de Cajamarca y la
Dirección Regional de Cultura ha sido reiterativo en los últimos años por el
desconocimiento existente por parte de los ediles sobre las funciones del exINC
y del mismo municipio.
El presupuesto con el que
cuenta la Municipalidad para protección del patrimonio es ingente, la Dirección
Regional de Cultura en cambio tiene un presupuesto paupérrimo y debe
autofinanciar sus partidas para cubrir necesidades elementales, todo lo
recaudado por acciones generadas por el turismo como es el circuito del centro
de la ciudad – entradas por vistas al Cuarto del Rescate, Iglesias y Catacumbas,
Complejo Monumental de Belén y Cumbe Mayo- debe ser remitido
religiosamente a Lima. Cajamarca es la caja chica del Ministerio de Cultura a
diferencia de la Dirección Regional de Cultura del Cuzco quien sí administra
sus recursos y puede reinvertir para cubrir sus necesidades más urgentes.
Se ha culpado en casi
todas las gestiones municipales a la
Dirección Regional de Cultura y hasta se pretende satanizar la actual gestión
como ha sucedido con el caso de la construcción y/o remodelación de la nueva
comisaría, se ha pretendido culpar a la directora Regional de Cultura,
arquitecta Carla Díaz, como si ella fuese la responsable de que la histórica
casona situada en la plazuela Amalia Puga esté ubicada dentro del Centro
Histórico.
La ignorancia es sinónimo
de desconocimiento eso hace que se culpe a instituciones que nada tienen que
ver en las ordenanzas. Se quiere culpar del mal estado de la exiglesia de
Nuestra Señora de la Merced, hoy mercado central, del mismo modo del pésimo
estado de la vetusta casa de nuestro patricio Toribio Casanova, del deterioro
del Cuarto del Rescate, del hundimiento de los pisos de las principales
iglesias, del deterioro y desaparición del Centro Histórico cuando la
Municipalidad que es la llamada a velar no solo por temas legales, sino
presupuestales no ha movido un dedo y solo se ha lavado las manos.
Los más osados –
increíblemente varias autoridades en ese grupo-, han sugerido la
demolición inmediata del mercado central para construir modernas galerías con
cocheras subterráneas incluidas. Otros en el colmo del desconocimiento han
sugerido que cualquier inversión en la pileta de la Plaza de Armas es un gasto inútil
pues aseguran que esta debería ser reemplazada por una nueva, a ese paso
acabaremos demoliendo las iglesias para construir edificios de treinta pisos y
creer que por ello somos una ciudad moderna.
Lo más fácil es atribuirle
la responsabilidad a la Dirección Regional de Cultura, hablar sandeces porque se está frente a un micrófono aunque
no se tenga la menor idea de lo que se está hablando y algunos aun piensan que
una mujer no tiene la capacidad para dirigir con brillantez una institución; el
machismo en su máxima expresión, el desconocimiento y la falta de
investigación.
Urge un plan concertado y
verdadero que una las fuerzas de ambas instituciones y se haga capitular de una
vez para todas a los destructores del Centro Histórico si apuntamos a convertirnos
en Patrimonio Cultural de la Humanidad algún día.