· El problema de la informalidad minera en la Chilca
La minería informal
en el Perú se ha convertido en un mal extendido, los mineros informales se han
apoderado de distintas zonas de nuestro país, pese a que existen leyes que sancionan
el ejercicio de este tipo de minería, ésta crece cada día de modo acelerado
arrastrando consigo una serie de problemas colaterales que la hacen mucho más
perniciosa todavía.
Lo que viene
sucediendo en la provincia de Cajabamba, específicamente en la Chilca, es una
prueba de que la minería informal se encuentra en Cajamarca instalada con la
licencia populista de los mismos ambientalistas. ¿Por qué los defensores del
medio ambiente hacen mutis con la minería informal y no sucede lo mismo con la
formal?
En la misma
provincia de Cajabamba se ha tomado como caballito de batalla la contaminación
para atacar a la minería formal, es decir, a aquella que trabaja bajo ciertas
normas – no necesariamente por ello, cumpliendo con los estándares exigidos,
sin embargo están bajo supervisión del Estado y de la misma población, lo que
de alguna manera las regula-, que paga impuestos y que por lo tanto
reporta réditos a través del canon minero a la región.
En Cajabamba, en el
ámbito de la minería informal ya se han reportado varios accidentes producidos
por negligencia, como la muerte de un menor de edad que trabajaba en una poza
de lixiviación, otras muertes debido al desorden y la informalidad en la que se
trabaja además del tráfico de explosivos, así como el de insumos químicos
fiscalizados (IQF)
La evasión fiscal
tributaria es otra de las consecuencias, pues la ilegalidad reduce la
recaudación de impuestos del Estado, además, al no recibirse los aportes económicos
correspondientes al canon minero, no se paga el derecho de vigencia ni
penalidad, entre otros. Sin añadir a ello la contaminación social que esto
genera como resultado de la misma (prostitución, explotación, contaminación en
las personas por mala manipulación de los químicos como el cianuro, etc.)
Resulta curioso que
dentro de la minería informal en Cajabamba existan familias empoderadas que
además manejan algunos medios de comunicación con gente que ha dejado traslucir
sus verdaderas intenciones y que con el pretexto de defender el medioambiente
buscan defender los intereses de sus patrones, aquellos que manejan la minería
informal.
A ese grupo de
agentes mediáticos, dispuestos a morder a quienes no comparten su histriónica
defensa del medioambiente – pues según ellos (as) la minería formal
contamina pero la informal no, cuando sabemos bien que las dos contaminan, pero
la informal lo hace en progresión geométrica- les ha caído muy mal que
se denuncien las muertes de menores de edad en el campamento de los informales,
o el tráfico de explosivos en la zona o el comercio ilegal y sin las mínimas
medidas de seguridad de cianuro y otros insumos propios del insipiente proceso
de lixiviación que aplican rudimentariamente contaminando el valle irremediablemente.
Sin embargo, hay un
sector de nuestras autoridades que se han unido a esa voz de “defensa del
medioambiente” apoyando a los mineros informales y atacando a las mineras
formales con la única intención de buscar réditos políticos. No se puede negar
que los informales son un amplio sector y que para cualquier aspirante a la
presidencia regional, o a la reelección, es un bolsón importante de votos, por
lo que han preferido contradecir a la legalidad y apoyar la informalidad, con
toda su maraña de muertos, explotación y tráfico, además de robo al Estado con
una evasión sistemática al fisco y con ello a todos los peruanos.