Luego de la agresión abusiva y violenta de la que fue
víctima el corresponsal de Panorama
Cajamarquino, Eler Alcántara, en la provincia de Celendín por un grupo de
ronderos manipulados por grupos violentistas; innumerables agrupaciones de
gremios periodísticos han alzado su voz de protesta contra tan repudiable
hecho.
Sin embargo, y lamentablemente, en una actitud incomprensible
el Colegio de Periodistas del Perú de
Cajamarca, ha hecho mutis contra tan cuestionable atentado, parece que los
dirigentes de esa casa gremial han confundido su razón de ser con los intereses
personales y subalternos que los manejan. Es menester un pronunciamiento sobre
estos hechos, pues callar, significa ser cómplice de esos atropellos a una de
las más excelsas libertades: la expresión y la opinión.
Por otra parte, el ambiguo comunicado que ha lanzado el
Comité Directivo ANP – Bambamarca, no es otra cosa que el aval al maltrato y a
la vejación a los medios de prensa que dignamente luchan por la libertad de
información, de opinión y de prensa. Un comunicado impreciso que solo busca la
censura de quienes opinan; nada solidario y cobarde, porque no se define y que
además justifica posturas beligerantes y abusivas. Hay quienes piensan que la
excusa de la diferencia de ideas justifica los actos violentos, actos que a
nuestra patria sumieron en décadas de horror, persecución y violencia; intimidación
que ciertos grupos pretenden instaurar bajo un pretexto de legalidad.
Resulta inaceptable el silencio del Colegio de Periodistas
del Perú, cuyo decano: profesor Iván León Castro, hasta el momento, no se ha
interesado en indagar sobre el secuestro y tortura de un comunicador social en
la provincia de Celendín. Cada ser humano es libre de pensar libremente y de
optar por un lineamiento político e ideal, pero quienes lideran una agrupación
en representación de un colectivo tienen la imperiosa necesidad de representar,
actuar y por ende defender; lo que hasta hoy lamentablemente el Colegio de
Periodistas de Cajamarca no ha hecho ni hará por su marcada inclinación, por
todos conocida, en contra de la inversión privada en nuestra región, y a favor de
las marchas y de los actos violentistas en nuestra región. Los cargos pasan,
pero las acciones quedan.
Como editor, columnista y exdirector del Grupo Panorama solo me queda lamentar
este tipo de silencios que forjan la censura, que agreden la verdad y la
transparencia de quienes informan, opinan y expresan con libertad sus pensamientos
cuando una persona ve vulnerados sus derechos, se ven también vulnerados los
derechos de todas las personas del mundo; si uno de los engranajes de la
sociedad falla, fallan todos los engranajes de la sociedad. El silencio es
cómplice del delito y la vulneración, quien calla otorga. Más allá del respeto
y la amistad que con el profesor Iván León Castro me une, debo reiterar mi
preocupación por esa actitud sumisa que él ha tomado sobre un problema tan
grave como es el secuestro, vejación y
maltrato de un periodista cuya única culpa ha sido la de pensar diferente a los
opositores radicales a un proyecto minero; joven que además es un estudiante
universitario de la Universidad Nacional de Cajamarca con sede en Celendín y
que pese a sus 19 años ha hecho de su quehacer periodístico noble oficio,
persona reconocida y querida por sus coterráneos.
Desde este espacio deploramos y lamentamos las actitudes
mezquinas de quienes por interese particulares y políticos olvidan la razón de
los cargos que ostentan. El país necesita voluntad de cambio, por las
generaciones de ayer, de hoy y de aquellas que vendrán cuando ya no estemos y
nos hayamos ido.