El 22 de abril se
recuerdan los 15 años de una de las operaciones de rescate de rehenes más
exitosas de la historia, la operación se produjo en la época del expresidente
Alberto Fujimori y fue ejecutada por 142 comandos quienes lograron liberar a 72
personas que permanecían secuestradas desde el 17 de diciembre de 1996 por 14
emerretistas.
En la operación
perecieron dos comandos, el magistrado Carlos Giusti y todos los terroristas;
por ello los familiares de los subversivos acusaron al Estado de haber
realizado ejecuciones extrajudiciales –Lo que es muy creíble si se tiene en cuenta
el accionar con el que actuaba la dupla Fujimori: Montesinos-
Hace unos días
todos los comandos que participaron en ese rescate fueron condecorados en el
Congreso de la República, incluso la esposa y el hijo de los fallecidos; sin
embargo hubo uno que miraba con cierta tristeza desde uno de los asientos
porque no recibió su medalla, todos lo ignoraron, lo olvidaron por completo y
lo sumieron en el desencanto y el desdén; se trataba de uno de los soldados más
importantes de Alberto Fujimori, que sin embargo en esa ceremonia no fue
condecorado y fue atrozmente olvidado, se trataba del soldado Cipriani.
La historia de los
rehenes en la embajada japonesa, ha sido el origen de malas películas, videos
políticos, abominables mini series y mejores libros, en cierta medida; en todos
ellos se da cuenta de la participación excelsa que tuvo el trepador obispo de
Ayacucho de ese entonces, aspirante a obispo a costa de lo que sea –
aunque ello signifique traicionar la fe de unos hombres de ideología equivocada
y camuflar micrófonos en biblias para luego hacer un show lacrimógeno y echarse
a llorar sobre sus cuerpos-
¿Por qué el
Congreso no condecoró a Cipriani? Realmente han sido injustos con el soldado
que usa túnica para hacer misa y dar sus discursos de iglesia pidiendo la
libertad de su compinche Fujimori, mientras su alma lleva una negra sotana.
La década de
Fujimori fue en la que se produjeron más desapariciones forzadas, luego de la
victoria y la liberación de los rehenes de la embajada japonesa –
liberación que todos los peruanos aplaudimos y anhelábamos- los
embustes de Cipriani coronaron con el principado de la iglesia católica
peruana, desde ahí hizo política, protegió a los delincuentes y negó los
crímenes de lesa humanidad a capa y espada; mientras la iglesia católica se
desvanecía con tan diabólica presencia a la cabeza.
La vida no siempre
compensa lo que uno hace, debe ser por eso que el Sr. Cipriani no tuvo la
fortuna de ser condecorado como un soldado más en esa ceremonia. Los círculos
de la vida, como los del infierno, son muchos. Uno nunca sabe en qué momento le
llega el turno. A veces trepar pisando las cabezas de los demás es sencillo
para quienes no tienen valores, pero el tiempo se encarga de darle equilibrio a
la vida, Cipriani lo sabe bien, debe ser por eso que el Viernes Santo se
atrevió a defender a su líder en prisión y dijo ¡Hipócrita es ese que pide que esté toda su vida en la cárcel o todos esos
que dicen !Nunca, nunca, nunca!. El que esté libre de pecado que tire la
primera piedra. ¡Hipócritas! ¡Falsos líderes!´
Y ciertamente
el mundo está lleno de hipócritas y pecadores, como aquellos que usan una
sotana, pero que llevan debajo un kimono.