"...Sólo sé
que pasó por este mundo/ como una paloma fugitiva:/la olvidé sin quererlo,
lentamente..."
El poeta chileno
Nicanor Parra, ganador del premio Cervantes, se mostró feliz y pendiente a las
repercusiones de la entrega del galardón que se le realizó ayer lunes en
España, en una ceremonia a la cual no asistió, y que en su nombre recibió su
nieto, Cristóbal Ugarte.
El premio fue
entregado por el príncipe Felipe de Asturias en la Universidad de Alcalá de
Henares, cuna de Miguel de Cervantes, en un acto donde el heredero de la Corona
española afirmó que Parra, era "un provocador" y un
"rupturista".
No ha llegado el
poeta a España. Con un siglo a sus antipoéticas espaldas, cruzar el Charco se
antoja ardua empresa. Y ha sido su nieto, Cristóbal Ugarte, quien ha recibido
el galardón de manos de Don Felipe. Y él fue también el que llevó las palabras
de Parra, en forma de poemas, porque no hubo discursos sino versos
desparramados por este Paraninfo alcalaíno.
Y antes de partir,
Parra le dijo a su nieto: «Pida usted prórroga de mínimo un año, del 23 de
abril del año 2012 al 23 de abril de 2013 para así poder esbozar un discurso
medianamente plausible».
Pero ahí estuvieron
sus versos cálidos, humanísimos, trufados de sabiduría, humor, socarronería: «¿Esperaba
este premio? / No / Los premios son /como las Dulcineas del Toboso / mientras
¬más pensamos en ellas / más lejanas/ más sordas / más enigmáticas».
Porque la risa,
como recordó en su discurso José Ignacio Wert, «es el antídoto de Parra contra
la angustia». Este Don Nicanor de La Mancha como lo nombró el Ministro, este
Nicanor que ha jugado a antipoeta cuando pocos como él han merecido ese nombre,
como lo es ese apellido, Parra, frondosa enredadera de una familia de músicos y
orfebres de la cultura chilena.
«En un lugar de la
Mancha / (octosílabo) / de cuyo nombre no quiero acordarme / endecasílabo», canta y escribe
Nicanor Parra, y en este lugar de La Mancha, el Príncipe Don Felipe recuerda la
figura del genial chileno y también algunos de sus versos más hermosos: «Todo
lo que nos une es poesía / solo la prosa puede separarnos».
Y gracias a la
vida, Don Felipe recordó a la inigualable Violeta, hermana de Nicanor, cantora
universal a la que le arrancó el corazón un pájaro negro, mientras Nicanor
escribía: «Yo no sé qué decirte en esta hora...». Y recordó Su Alteza a
Cristóbal, nieto del poeta, por su aplomo y serenidad en la difícil papeleta de
recitar los versos universales de su abuelo.
Nicanor Parra no ha
podido cruzar medio mundo para llegar a Alcalá de Henares, pero desde el otro
lado del planeta ha viajado el aliento de su poesía radicalmente humana, metida
en los barros de la vida hasta la cintura, poesía a pie de calle, poesía de la
tierra austral, de las fogatas mapuches, poesía del cobre, poesía que reside en
la tierra, poesía de la que echar mano, acaso más que nunca, en estos sombríos
tiempos que vivimos. Esperando que, cómo escribió el poeta, y ha leído su nieto,
«vuelva a palpitar el corazón del hombre imaginario».