Patricia Azul, mi segunda hija, cumplirá seis meses en unos días, seis meses de haber llegado a este mundo una tarde de febrero que tengo fresca en mis ojos y en mi memoria. Ha dejado de ser esa niña dormilona y ha empezado a indagar en los misterios de las cosas que están al alcance de sus manos, cada día está más inquieta y más grande.
Paty Azul ha empezado a mirar con interrogación las cosas que la rodean, a sus juguetes, a sus manos y a las líneas que hay en ellas. Me mira a los ojos y me quita los anteojos con suavidad, con preocupación como preguntándose que ojos tan extraños tengo.
A Azul le gusta que le cuente Jack y el fríjol mágico, le gusta oír la onomatopeya de Jack trepando por la planta enorme hasta llegar al cielo, cuando lo escucha deja sus balbuceos y sus ojos se abren enormes como dos estrellas fugaces que alumbran mi vida. Le gusta escuchar la caperucita y el Gato con Botas y hasta las historias que le escribo.
Yo quisiera explicarle que la vida es un tren con muchas paradas, que algunos días amanece con sol y otras veces llueve de amanecida en el alma, que nunca crea en las fronteras y que el mundo pese a todo es todavía hermoso. Que el mar es inmenso y profundo como la mirada de algunas personas y que todas las heridas sanan con el tiempo.
Yo quisiera que sepa, que al aprender a caminar siempre hay caídas pero siempre volvemos a levantarnos, que no importa lo que diga la gente sino lo que uno sienta desde el fondo del alma, que llore cuando quiera hacerlo y si es de felicidad mejor. Y que ría cada mañana cada vez que pueda y si es siempre, mejor aún.
Paty Azul ha empezado a jugar con las teclas y sus dedos pulsan letras sin parar y juega con el mouse sentada en las piernas de mamá. Está empezando ese vuelo largo que es la vida, sus alas ahora son pequeñas, las abre cada día, pajarita de papel. Pero un día volará alto desde donde pueda ver el mundo sin temores. Un día su vuelo trascenderá y volará alto como los halcones, sin miedo a caer.
Patricia Azul le ha dado razones a mi vida, le ha enseñado a mi rostro a volver a sonreír, me devolvió la fe que había perdido, la felicidad extraviada una noche de viernes en noviembre. Y un día… jugaremos a las escondidas en el patio azul de la casa, pero con la promesa de encontrarnos siempre.
Pajarita de papel que un día serás halcón, cuando no estas a mi lado te busco en el silencioso eco de mi corazón. Pajarita inquieta que juegas con esas manos pequeñas. Siempre voy a velar tus sueños desde cualquier lugar.
Yo quisiera evitar que caigas, pero es imposible, la vida esta hecha de caídas que duelen, pero es mejor cuando te levantas y eres más fuerte, yo quisiera advertirte de todo lo malo del mundo, pero serás tú quien aprenda la verdadera maldad cuando mires desde lo alto en tu vuelo infinito desde el cielo azul… azul como tu nombre.