Manuel Rodríguez Gutiérrez, connotado poeta cajamarquino, viene elaborando la realización de un encuentro de poetas en homenaje al vate Santiago Aguilar, quien hace poco publicó su reunión poética de 50 años, compilación de vida que le ha merecido extensos comentarios en diarios peruanos y revistas de literatura especializadas.
Cuando se publicó el libro de Santiago Aguilar se hizo una prueba y se demostró que el arte en Cajamarca era posible en conjunto. Fueron distintas empresas las que colaboraron en la edición del libro, que además de tener algo más de 700 páginas, fue impreso en papel de calidad y con una cuidadosa impresión, sin contar los detalles publicitarios del día de su lanzamiento en Cajamarca, además de presentarse en la Feria Internacional del Libro en la ciudad de Lima y también en Trujillo.
La Asociación de Poetas y escritores de Cajamarca, la empresa privada como American Barrick, Minera Yanacocha, la Municipalidad Provincial de Cajamarca y el colegio privado José Gálvez hicieron posible esta publicación de magnitud y trascendencia debido a la monumentalidad de la obra del poeta. Se logró el consenso y al margen de las murallas ideológicas que suelen entorpecer proyectos muchas veces, se logró hacer que la palabra, el verso y la intención comulguen en una hostia de cultura.
Manuel Rodríguez ha tenido esta vez, la brillante idea de homenajear con un encuentro de poetas a la obra de Santiago Aguilar, al hombre y al poeta, al amigo y hermano. Alguna vez hablábamos con Manuel (Uno de esos días que no estábamos peleados, porque tenemos la mala o buena costumbre, eso es discutible, de pelear con frecuencia, de enojarnos y ausentarnos, hasta que por inercia nos buscamos) sobre la postrimería de nuestra cultura, sobre la maestría del in memorian, nadie que está vivo tiene valor suficiente hasta que se lanza de trampolín inmenso que es la muerte.
La gente necesita un abrazo en vida, un te quiero cuando pueda oírlo y unas rosas rojas cuando pueda aspirar esa fragancia sublime. Después de la muerte todo homenaje es banal y cualquier corona de laureles no se ajusta sobre las sienes de ningún cadáver. Después de la muerte solo las más máscaras fúnebres y los rezos son válidos.
Eso debimos hacer con Juan Castañeda, con Ricardo Ravines, Virgilio Montoya… Y el tiempo nos venció sin darnos cuenta, no vimos más allá y cuando miramos al fondo de nosotros mismos ya era tarde, pero Cajamarca está llena de artistas de gran talento, otros homenajes se hacen imprescindibles no solo para poetas… Consuelo Lezcano, Bethoven Medina, Andrés Zevallos, William Guillén, Carlos Esparza, Socorro Barrantes, Gregorio Díaz… solo por mencionar algunos de reconocida trayectoria.
La unificación cultural ha sido posible, es una verdad demostrada y comprobada, si se unen esfuerzos se puede lograr la ansiada feria del libro de carácter internacional, consolidar los festivales del Patio Azul como patrimonio cultural de Cajamarca. La empresa privada, los grupos culturales, Municipalidad y la buena intención de cada uno de nosotros, que no siempre sirve para empedrar el infierno, como lo decía Dante Alighieri, sino también para empezar soñando y despertar en una realidad distinta y unificada.