Mientras los presidentes
de barrios y el Patronato del Carnaval 2014 se enfrascan en dimes y diretes por
el recorrido del corso, el carnaval en Cajamarca se ha desatado violando todas
las normas habidas y por haber. A diario se ven camionetas con jóvenes
circulando a toda velocidad lanzando agua a diestra y siniestra, al parecer no
hay ninguna intervención policial a quienes transgreden la ley ya que los
hechos se repiten diariamente.
Por otro lado los
carnavaleros han vuelto a tomar los lugares públicos, los han hecho suyos, los
han tomado literalmente y en ellos beben, orinan, defecan, duermen, vomitan… y
hacen de cuanta necesidad corporal tengan, mientras los miembros del Serenazgo
se limitan a mirar ante el apabullamiento de las turbas alcoholizadas y
beligerantes que no admiten la imposición de reglas ni sanciones.
Trágicamente el carnaval
ya cobró su primera víctima, un hecho que no debió pasar si se hubieran tomado
verdaderas medidas de prevención, sin embargo eso no sucedió y hoy los
resultados nos invitan a reflexionar a todos ¿Es carnaval un bacanal que no
puedes ser controlado por las autoridades? ¿Sirven de algo las cámaras de
videovigilancia que costaron tanto y que más allá de captar a amantes furtivos
o a ladronzuelos de celulares cada vez que hay hechos realmente oprobiosos no
funcionan o no filmaban a esa zona?
¿A dónde van los policías
a gran velocidad con las sirenas de motos y patrulleros encendidas como si
tuvieran una real urgencia o intervención? ¿Con quién hablan las (los) policías
parados en las esquinas dirigiendo el tránsito – dándole la contra al semáforo-
mientras hablan por sus celulares usando el Hands Free (Sistema manos libres
para hablar por celular).
La inseguridad nos ha
tomado por asalto. Cajamarca ya no es la ciudad tranquila de antaño y los
delitos que aquí se cometen ya no son hurto de monederos, hoy se cometen
crímenes espantosos que han cambiado el rostro de la alguna hora apacible
ciudad. Necesitamos un plan de contingencia capaz de frenar la delincuencia con
efectividad.
¿Por qué cuando sale un
grupo de campesinos a marchar pidiendo agua se traen a 500 DINOES armados hasta
los dientes para frenarlos, pero cuando hay que controlar a bandas organizadas
del crimen que se han trasladado hasta aquí porque Cajamarca vive su fiesta más
emblemática, no se hace absolutamente nada?
Pareciera que las
autoridades están esperando que las Rondas Urbanas salven a la ciudad como si
del Chapulín Colorado se tratara. Los moralistas de las Rondas Urbanas más allá
de golpear a mujeres indefensas, castigar a infieles o azotar a carteristas no
se pueden enfrentar al crimen organizado que ha migrado de otras ciudades con
hampones ranqueados y altamente peligrosos.
Cajamarca espera más de
sus autoridades no dejemos que otra vez el caos y la anarquía conviertan a
“Cajamarca la Bella” en “Cajamarca la Horrible”.