La iglesia Católica sigue
en el ojo de la tormenta debido a la inconducta de sus pastores, hace unos días
una denuncia nueva salió a luz y tocó a otro de los hombres muy cercanos al
nada santo de Juan Luis Cipriani.
Se trata del exobispo
auxiliar de Lima, Guillermo Abanto, quien dimitió tras ser demandado por
paternidad, reconoció que es el padre de una niña de dos años, según
declaraciones suyas.
Guillermo Abanto aseguró
que su hija no lleva su apellido por un acuerdo previo con la madre. “Ello
no fue una decisión de una sola persona, sino de dos personas. No hubo, de
ninguna manera, el deseo de negar o no cumplir con alguna responsabilidad”. Ha
dicho muy suelto de huesos olvidando sus votos sacerdotales.
“Yo manifesté mi voluntad
de hacerlo (de reconocer a la niña) y me hacen una demanda con cosas que no
corresponden a la verdad (...) no he manifestado que no voy a cumplir con la
niña. Eso no corresponde a la verdad, de ninguna manera”,
agregó.
El pobre de Cipriani esta
vez no ha salido a pedir que no se haga leña del árbol caído como salió a decir
luego de que Gabino Miranda, el obispo acusado de violación a un menor fuera
denunciado públicamente ante la evidente destitución de El Vaticano, nada de
eso, esta vez ha salido a marcar distancia y ha dicho que lo hecho por abanto
es una falta de hombría.
Abanto fresco como una
lechuga le ha respondido: “¿Es falta de hombría asumir las cosas en
silencio para no hacer daño a la Iglesia ni a las personas involucradas? ¿Es
falta de hombría reaccionar con actitudes de paz y mansedumbre?”
Si la hombría se midiera
por el apéndice que los hombres llevan entre las piernas no cabría la menor
duda de que Guillermo Abanto sea hombre, ya desde el momento en que ha
engendrado una hija no hay duda de ello, felizmente que la hombría tiene otra
medida y es la de la lealtad y transparencia hacia los principios. El esconder
un hecho como lo es un hijo o hija es una bajeza innombrable que ya no
sorprende si viene de un religioso del entorno de Cipriani. Es falta de hombría
negar a un hijo.
Lo cierto es que el nuevo
escándalo pone una vez más en tela de juicio el entorno clerical del Arzobispo
político, el que lanza discursos políticos apoyando a Fujimori y pidiendo su
libertad mientras sataniza a sus oponentes.
Las buenas migas que tenía
Cipriani con Benedicto XVI se acabaron ante la renuncia del expapa, la relación
con el papa Francisco no es la misma y aquí nadie le va a permitir sus
gollerías aunque él se escude vanamente en decir que se busca afectar la imagen
de la Iglesia Católica, los únicos que afectan la iglesias y su imagen son los
malos sacerdotes, los que faltan a su votos, los que delinque, los que incumple
sus promesas a Dios y degradan a la iglesia a cada instante.