De inmediato se daría cuenta que las casas no tienen chimenea y que las que tienen no la usan porque es un mero ornamento fatuo, porque en realidad en Cajamarca no hace tanto frío como en el Polo Norte y más allá de ser un aparato decorativo, son innecesarias.
Si estacionara su trineo en la plaza de armas, de inmediato se ganaría una papeleta, puesta por una chica bonita, disfrazada de policía y que habla todo el tiempo por celular con el Hands Free junto a un semáforo que ha empezado a pensar seriamente en mudarse a otra esquina para que lo dejen trabajar.
Sus renos serían robados en un santiamén, aunque con un poco de suerte podría encontrarlos de venta en la plaza pecuaria, con certificado falso y todas esas cosas. Lo mismo sucedería con su trineo, y del mismo modo podría volver a comprarlo en la cachina, donde se encuentra todo lo robado en la ciudad.
Si Papá Noel llegara a Cajamarca, sin duda que alguien llamaría a su celular y le diría que ha ganado un premio en efectivo y un televisor plasma de 30 pulgadas, pero que debe comprar unas tarjetas de recarga para celular y enviar la clave secreta a la siguiente llamada.
Y los niños que lustran calzado en la plaza le dirían: -Señor, ¿le lustro sus botas? Solo le cobro un sol- Si Noel aceptaría al final de la lustrada le cobrarían diez soles y si se resiste a pagar por considerar que lo han estafado, le harían carga montón veinte lustradores más, así que la única alternativa sería pagar.
Los mendigos de la ciudad lo circundarían con los niños que cargan y que no son sus hijos, que son hijos de otras personas que se los prestan. Y definitivamente el regordete abuelo tendría que ir al batán a cambiar sus euros y exponerse a un timo, a un billete roto de una esquina o simplemente a un billete falso y sellado para parecer original.
Si Papá Noel llegara a Cajamarca el agua no le gustaría y tomaría agua en botella como la mayoría de cajamarquinos y si fuera detenido por alborotar la tranquilidad pública, correría el riesgo de aparecer muerto en su celda, ahorcado con su propia barba, con un parte que diga que se suicidó por depresión y el médico legista descubriría extraños moretones en el vientre y hematomas en su cabeza.
Si Papá Noel vendría a nuestra ciudad, seguramente que haría un city tour y visitaría el cuarto del rescate, las ventanillas de Otuzco, las iglesias coloniales y Santa Apolonia y seguramente que los niños le preguntarían si quiere que le cuenten la historia del inca Atahualpa a cambio de “wuan dólar” y le contarían una historia adulterada porque al final él no la sabe y ellos tampoco.
Después se alojaría en el mejor hotel de la ciudad, comería como un vikingo, bebería un poco de vodka y al día siguiente haría una visita de reconocimiento a alguna minera.
Si Papá Noel llegara a Cajamarca…