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jueves, enero 22, 2009

Todas las libertades menos la de la vida



El 34 Juzgado Civil y la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima ha desestimado la demanda interpuesta por Minera Yanacocha contra la Municipalidad de San Pablo. El origen de la querella surge cuando la Municipalidad de San Pablo, en un justo derecho emite la ordenanza municipal N° 001-2007-MPSP que protege las lagunas de Alto Perú. Y lo hace con la única finalidad de salvaguardar sus más de 240 lagunas que existen en esa zona.

De inmediato la minera, en una actitud iracunda presentó una acción de amparo contra la emisión de la Ordenanza Municipal lo que considera como un acto atentatorio contra los derechos constitucionales, formulando que se habría actuado en agravio de la libertad de empresa, libertad de industria, a la propiedad y a la libertad de trabajo, es decir, todas las libertades, menos la de la vida.

No podemos negar que la minería sea una fuente importante de recursos y de empleo, tampoco desmerecer el crecimiento que ha tenido Cajamarca gracias a la minería y que además somos una región evidentemente minera que ha sustentado su economía en las últimas décadas principalmente en la producción minera. Pero debemos juzgar con responsabilidad y evaluar los medios que han desvirtuado la acción minera en el campo de actividad.

Esa vieja tonadilla navideña que dice “pero mira cómo beben los peces en el río”, ha dejado des ser un canto agradable para convertirse cada vez más en una utopía y el hecho de que Cajamarca tenga una producción creciente de truchas en espacios acondicionados o aislados, no es un consuelo. Los ríos han perdido gran cantidad de vida acuática – flora y fauna – y esa es una realidad que va de la mano con el crecimiento económico de Cajamarca.

Cuando el campamento minero de Yanacocha se instaló oficialmente un mes de octubre a comienzos del 90 las expectativas de los habitantes estaban colmadas de posibilidades, de los campesinos y comuneros del entorno que veían en la mina una posibilidad de crecer económicamente. El tiempo se encargó de afianzar esa idea o desmitificarla. Ahora sabemos la verdad.

Hoy los conflictos sociales se han extendido, se apoderaron de las sociedades más alejadas, el agua varias veces modificó su curso, ese curso que la naturaleza le había establecido desde siempre y que creímos sería así para siempre.

El poder megalómano de la mina se extendió y se fue devorando los cercos de piedra al comienzo, los cercos de púas se fueron haciendo cada vez más distantes y los puquios y manantiales empezaron a cercarse como un maligno designio trazado por el hombre.

Y se habló de todas las libertades como derechos constitucionales, pero se olvidó de la más importante, el derecho a la vida. La que vino establecida por deseo divino o evolutivo pero que existe y es una verdad concreta y absoluta.

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