El Día del Campesino se ha convertido en un pretexto para que los candidatos con ambiciones electorales hagan apología en las comunidades del campo. Representantes de Estado llegaron desde Lima para participar en la inauguración de la nueva plaza pecuaria en Iscoconga. Nada menos que diez mi almuerzos entregó la Municipalidad de Cajamarca además de un show artístico para todos los asistentes. La presencia de oportunistas de todos los tintes políticos no se hizo esperar, entre ellos el presidente regional Jesús Coronel, todos ataviados con ponchos cajamarquinos, disfrazados de campesinos.– como se suele hacer siempre en este día –.
No se dijo que las comunidades campesinas están camino al exterminio, que las mineras les han comprado por centavos las tierras heredadas de sus ancestros por milenios, que el campesino como tal ha sido erradicado y engatusado con baratijas – al mismo estilo de los soras en la novela “El Tungsteno” de César Vallejo –. Hoy habitan otros espacios, sus tierras fueron cambiadas por casas en la ciudad, su vida agrícola fue cambiada por la de peón en una minera y los que tuvieron mayor cantidad de tierras fueron puestos a jugar al empresario – para conseguir la licencia social –. El campesino es útil cuando se necesitan votos, cuando es preciso usar las portátiles para engañar a los peruanos que el gobierno tiene aceptación popular, los campesinos son útiles para extorsionarlos con los cien soles del programa Juntos, con los títulos del COFOPRI y todo lo que indique sometimiento colectivo, manejo de masas.
Mientras se construye una plaza pecuaria gigantesca, se olvida que será al fin y al cabo un elefante blanco, porque el agua ha sido apropiada por las empresas mineras, los pastos fueron denunciados para explotar yacimientos auríferos o argentíferos y el mercurio y el cianuro se siembran donde antes florecían las papas. La minería se ha puesto de moda y se ha dejado atrás el gran problema de la sobrevivencia de la especie humana en la región y el planeta.
Los campesinos fueron utilizados siempre por programas populistas que buscaron adeptos manipulables. La justicia que se imparte para ellos es distinta a la que se imparte con otros sectores. El campesino siempre será el bastión olvidado al que hipócritamente cada 24 de junio se le llama hermano, todos los otros días es solo un indio detestable que merece otros espacios y otros tratos. Las entidades financieras como los bancos son la prueba más contundente de ello, ellos no tienen asientos, hacen sus colas sentados en las orillas de las aceras, ellos huelen distinto y merecen un trato diferente, - piensan los gerentes de los bancos que se benefician con los intereses del dinero que ellos ganan por la venta de la leche o por los programas sociales que permiten ese trato indigno -.
Ponerse un sombrero y un poncho en el Día del Campesino no basta, hay que ponerse en su piel, en su dolor, en su abandono, en su humillación cotidiana cuando perdido en la ciudad se sorprende ante todo.
La población campesina ha sido mellada en las últimas décadas, cada día son mermados en sus tierras y en su esencia – como si fuera una vergüenza la identidad que nos queda y que ellos mantienen vida –. La fiesta más grande de la hipocresía se repite cada 24 de junio, solo ese día – no sin asco – los políticos se acercan a ellos y los abrazan y lo llaman hermano, el resto del año son seres invisibles que exigen derecho y respeto y solo encuentran brutal indiferencia y repudio perpetuo. Sed en su propia tierra por el agua que se les roba, sed hasta matarlos cuando de ellos fueron los manantiales, el agua, la vida…