Hace unos días el sacerdote de la iglesia San
Martín de Porres, de la ciudad de Tumbes, marcó un hito en las ceremonias
religiosas dentro del clero; utilizó un moderno equipo para realizar una
ceremonia en las instalaciones de la sede policial que inauguraba. Usó nada más
y nada menos que una moderna Tablet en lugar de una Biblia.
La noticia se extendió de inmediato por los
medios digitales primero, por los televisivos y radiales, por los
impresos y virtuales. Wilmer Córdova, el curita, de inmediato trascendió a los
cielos pero no por su bondad, sino a los cielos virtuales del Faceboock, You
Tube y todas las redes sociales y canales que ese mundo virtual ampara y
cobija.
“Hay que utilizar la tecnología y modernidad
en los momentos que se pueda. Uso la tablet porque tengo varios archivos. En la
tablet, los documentos son más prácticos”, declaró el párroco. Aseguró que cuando
realiza las misas en la iglesia sí utiliza la Biblia, pero en las
inauguraciones de las obras maneja la tablet.
El papa Joseph Ratzinger, conocido en el
mundo religioso como Benedicto XVI, fue el pionero en el uso de la tecnología
cibernética al crear su twitter y enviar mensajes por él a los fieles del
mundo, sus sucesor, el papa Francisco ha seguido la senda y es un asiduo
cibernauta, para ello se vale de tecnología de punta, seguramente que
además usa celular e ilumina su habitación con bombillas incandescentes de
varios watts, por ello resulta irónico que algunos sectores de la iglesia
satanicen a la tablet por remplazar a la biblia.
El mundo tiene que ir ajustándose a los
nuevos tiempos, ir a la par con los avances y los cambios. Hace unos años la
humanidad se comunicaba con métodos rústicos, las señales de humo fueron
funcionales en algunas sociedades y muy efectivas en cierto momento de la
historia, pero seguir usando aquellas en tiempos en que la tecnología ha
evolucionado tanto sería absurdo.
La biblia, más allá del contenido y el
significado que conlleva y encierra íntimamente para algunos seres humanos, es
un objeto hecho por el hombre, bendecido y santificado por un sacerdote. Tan
igual que la tablet de Wilmer Córdova.
Hace unos años los carteros eran
imprescindibles, esperados y amados, queridos y odiados. Quizás la visita más
esperada en todas las moradas, eran el símbolo de la noticia, triste o feliz,
cómica o trágica. Cuando apareció el correo electrónico quedaron súbitamente
sepultados y hasta olvidados. El correo electrónico fue la peor fatalidad en la
historia para los buenos hombres que eran carteros.
Nada permanece inmóvil, todo se renueva a
cada instante, es uno de los principios más grandes del universo. Antes se
escribía con pluma y tintero, hoy usamos cómodos bolígrafos.
El curita de Tumbes marcó un hito, nada más,
otros lo imitarán – usarán
tablet bendita- y la
gente poco a poco se acostumbrará, dejará de admirarse, de abrir la boca o
maximizar los ojos. Al fin y al cabo tenemos que ajustarnos a los cambios que a
diario se dan en este mundo, este mundo que habitamos a pausas sin a veces
darnos cuenta siquiera y del que un día nos marcharemos dejando toda la
tecnología y nuestra historia para que otros un día nos recuerden.