Los peruanos no
tenemos un buen historial de victorias, nuestra historia está más bien marcada
por la derrota y los fracasos. No hemos ganado guerra alguna, todos los países
vecinos nos han mermado territorio. Todos sin excepción, el único flanco que no
fue recortado es el que lindamos con el Océano Pacífico, obviamente ese lado de
nuestro mapa no fue reducido por razones obvias – los peces no iban a hacernos la
guerra, y si nos la hacía seguro que nos la ganaban-
Quedamos en cuarto
puesto en el mundial de vóley de menores y no hemos parado de hablar de eso
desde ese día. Y hace 25 años quedamos en las olimpiadas de Seúl ´88 en segundo
puesto y desde entonces dejamos de dormir por sentirnos gloriosos, no fue un
primer puesto, pero lo hemos vivido como si lo fuera.
Un operativo
realizado en el VRAEM ha dejado como saldo la muerte de tres terroristas, entre
ellos “Alipio” y “Gabriel” dos altos mandos de Sendero Luminoso. Un logro para
el Perú y una satisfacción para todos los peruanos, pero una vez más caemos en
el siempre triste triunfalismo peruano, pensamos que hemos exterminado a Sendero
y eso no es verdad. Una vez más los noticieros hablan del éxito de la operación
y se dan discursos y conferencias larguísimas.
Han muerto tres
terroristas. ¿Cuántos soldados y policías asesina Sendero mensualmente en el VRAEM? No
se trata de minimizar el éxito del Estado, pero tampoco inflemos el crédito o
el mérito. Hoy generales y ministros aparecen en la foto y una vez más los
canales de televisión repiten la noticia en cada espacio noticioso y volvemos a
caer en el triunfalismo que tanto daño nos ha hecho siempre a los peruanos cuando hemos conseguido dar
pasos cortos o conseguir logros casi siempre mediocres, intrascendentes que
después nos golpean en la cara con dureza.
Los triunfalistas
del gobierno han pedido incluso que ya no se interpele al ministro del Interior
este jueves por la fuga de presos de varios penales, por el seguimiento a
personalidades de la oposición entre otras irregularidades. Ahora resulta que
Pedro Cateriano, ministro de Defensa, y Wilfredo Pedraza, ministro del Interior;
son las Natalias Málaga de la guerra interna del Perú y merecen casi ser
beatificados por la muerte de tres terroristas en la selva ¿No estaremos una
vez más pecando de triunfalistas? ¿No estaremos inflando los logros que el
Estado alcanza con una dudosa estrategia?
Los chauvinistas
pensarán que es antipatriótico plantear que exageramos porque en un país de
perdedores – y el nuestro lo es aunque no nos guste- cualquier mediocre
triunfo es alabado al máximo.
Y ese acentuado
triunfalismo es el que nos hace que cada vez que la selección peruana gana un
partido de entrenamiento a alguna nación bananera de Centroamérica soñemos con
ir al mundial, mientras que cuando se juega un partido de verdad en
eliminatorias y nos gana de verdad, las matemáticas nos permiten seguir soñando
–aunque
en menor escala- después, a la hora de la hora solo nos queda seguir
mirando el mundial y esperar que algún país latinoamericano, al menos, gane un
puesto decoroso.
La pomposidad
parece ser una de nuestras principales características, hacemos mucho ruido
cuando en realidad hay muy pocas nueces. Nos dicen que nuestra economía es una
de las mejores del mundo en cuanto a crecimiento y lo creemos, nos dicen que
somos una potencia en el vóley y lo creemos, que somos una potencia en el box… – por
una chiquilla que ganó tres peleas con dudosas contrincantes y que parece que ya ha quemado cerebro con tantas
sustancias y que hoy acaba siendo un mal ejemplo en un programa inmoral-
que vamos a ir al mundial porque tenemos a los “cuatro fantásticos” y seguimos
creyendo. No solo somos el país de las maravillas, sino que también vivimos en
el país de los ilusos.