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miércoles, julio 30, 2008

Trato de no pensar en ti para engañarme que soy feliz



Trato de no pensar en ti para engañarme que soy feliz, pero no puedo mentirme, no hay manera de ser feliz sin saber dónde estás, sin saber dónde te esconden. Han pasado cinco años sin verte, sin oírte, sin escuchar tu risa de niño feliz recorriendo mis días, sin escuchar esa manera de llamarme papito.
Hoy tienes 9 años, imagino tus días en una escuela, te imagino vestido con un uniforme, imagino tu altura, tus cuadernos llenos de letras, como aquellas que empezabas a dibujar en esos días que vivíamos juntos los dos. Tu ausencia es una espada prendida en el centro de mi alma, irremediablemente tu recuerdo es un llanto perpetuo. Es inútil negar que en las noches el llanto viene a buscarme acompañado de tu sonrisa y tus preguntas de niño descubriendo el mundo.
Me robaron tu infancia Jaime, nos robaron las palabras que íbamos a decirnos al despertar cada mañana, nos robaron los días vestidos de felicidad y el perseguir a las abejas en el parque, los helados de crema y desterraron nuestra felicidad a una ciudad vacía, deshabitada. No vamos a recuperar nunca el tiempo ido, nadie va a devolvernos los abrazos negados en navidad, en año nuevo, en nuestros cumpleaños y los abrazos de cada día porque nos amábamos con la fuerza interior de la sangre.
Solo cabe perdonar, buscar una razón a la sin razón de quienes te escondieron y te siguen escondiendo. Hemos sobrevivido a esa pena y es un triunfo, hemos sobrevivido al llanto y a la infelicidad, seguimos vivos y con la esperanza de encontrarnos un día, perdimos el camino para volver a casa y encontrarnos, perdimos el camino pero no olvidamos nuestros nombres, no nos olvidamos de nosotros un solo instante.
Existe gente que se perdió para siempre, lo de nosotros solo es un cúmulo de días que alguna vez va a terminarse y volveremos a estar juntos, al doblar cualquier esquina de la vida, mientras haya vida hay esperanza. He leído más libros en estos años que voy a contarte un día, he escrito más páginas en el cuaderno donde dibujabas figuras geométricas y escribías tus primeras letras. Tus juguetes, que tal vez cuando nos encontremos ya no los necesites permanecen inmóviles en el tiempo, guardando tus últimas caricias en medio de esa soledad absoluta que me rodea cuando llego a tu recuerdo.
Algún día recordaremos esta ausencia como una página de la vida a la que ya dimos vuelta, alguna vez volveremos a arrancar moras frescas de tardes nuevas, cuando esta angustia haya secado como las hojas del otoño. Las penas más duras forjan el espíritu en el yunque del abandono y la tristeza, después de eso el espíritu se hace fuerte.
Voy a publicar un libro en un par de meses, no dejo de pensar en ti ni un solo día, esta pena va a terminar cuando menos lo pensemos y podremos otra vez mirarnos a los ojos, fundirnos en un abrazo y comenzaremos donde nos quedamos aquella noche de viernes cuando sentados en el umbral de la puerta me preguntabas mirando al cielo en cual estrella está el abuelo.
Ahora cuando miro las estrellas me pregunto si alguna de ellas te ha visto, si alguna sabe de ti y nadie me responde solo esa infinita soledad que me grita la falta que me haces entonces cierro los ojos y lloro para verte feliz en mi recuerdo.

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