Nos habíamos
choleado tanto es el título de un gran libro sobre el racismo en el Perú que le
pertenece a Jorge Bruce, libro que fue publicado hace unos años con singular
éxito…“El Perú no es un país racista”, dice el discurso oficial. “Y no seguirá
siéndolo”, agrega la realidad. “El Perú es un país de todas las sangres”, se
repite en la TV. “Pero hay sangres que valen más que otras”, corrige la
realidad. “En el Perú todos somos iguales ante la ley”, dice la ley. Pero desde
siempre, en el país las leyes se acatan pero no se cumplen. De estas
contradicciones está hecho el Perú, y esas contradicciones (y muchas otras) son
descritas y analizadas por Bruce.
Jorge Bruce es un
reconocido psicoanalista y autor de lúcidas columnas de opinión en diversos
medios de comunicación. Pretende con este trabajo, como él mismo menciona,
realizar “un acercamiento a la cultura peruana, con su esplendor y miserias”, y
colocar en el debate público un tema que abarca a toda la sociedad desde que el
Perú es Perú: el racismo.
La muerte de la
cantante del afamado grupo Corazón Serrano, Edita Guerrero, ha puesto en
evidencia una vez más los traumas más severos de ciertos sectores de nuestra
sociedad que gustan de tratar despectivamente a algunas personas y que padecen
de un extremo complejo de superioridad.
Luego del anuncio
del fatídico deceso de la cantante y fundadora del grupo más famoso de la
cumbia sanjuanera en el Perú, los tuits se sucedieron en las redes sociales con
comentarios tan deplorables y miserables como:
“Perdón amigos, ya
me retiro, mi solidaridad con todas las empleadas del hogar. Terminen de lavar la ropa y luego
van al velorio”, “No sé cómo decirle a mi empleada que murió Edita, la de Corazón
Serrano, no quiero que me pida un aumento”.” Falleció Edita Guerrero, la de
Corazón Serrano, pucha ahora mi empleada va a pedirme un aumento”, “murió la de
Corazón Serrano, paro nacional de combis”… y una serie de
sandeces más que ya no vale la pena seguir reproduciéndolas.
Pese a que somos un
país en donde el que no tiene de inga tiene de mandinga, en donde el que no
tiene de indio, tiene de blanco o de chino o de negro con la más variopinta
mezcla… no hemos aprendido. Seguimos repitiendo la actitud alienante de copiar
modelos extranjeros y subestimar la verdadera identidad, esa que nos acunó en
la cuna, la que en sus besos nos baña... Esa que no se parece a ninguna.