A Luz María, como siempre.
Un machismo
soterrado existe tras las denuncias que pretenden mostrar a la primera dama
como una persona de gran poder y que incluso tomaría decisiones de Estado.
Se ha buscado
pintar a Ollanta Humala con un tipo pusilánime que sería el prototipo de lo que
los peruanos llamamos un “saco largo”, un “pisa´o” como si eso lo desmereciera
políticamente.
Voceros del
oficialismo han usado una expresión muy
apropiada para calificar la acción que ejerce Nadine Heredia sobre Ollanta
Humala, esa palabra es “colaboradora” y es un término muy apropiado. Todos de
alguna manera somos colaboradores de nuestra pareja, nada tiene de malo si un
hombre realiza labores domésticas, como lavar o cocinar por ejemplo. Nada de
sorprendente debería tener si dentro de la pareja es la mujer quien lleva las
riendas ¿Por qué el mundo tiene que regirse bajo cánones machistas que nos han
sido impuestos desde tiempos bíblicos?
Uno de los primeros
que ha salido a descalificar a Ollanta Humala ha sido su propio padre, don
Isaac ha dicho que en palacio quien lleva los pantalones es Nadine, como si con
ello fuera a afectar la imagen de su hijo Ollanta.
A lo largo de la
historia y en la experiencia cotidiana la mujer es quien lleva las riendas del
hogar, la administradora por excelencia, la que lleva las cuentas de la casa
porque sabe cuándo vencen los recibos de cada servicio, es la que sabe cuánto
dura un balón de gas y cuánto cuesta un kilo de azúcar, es la primera en
enterarse cuando el pan subió y la que sabe cuando un hijo tiene un problema
con solo mirarlo a los ojos. ¿Entonces por qué no puede ser el pilar en torno
al cual gira un hogar?
Nuestro arraigado
machismo nos impide juzgar con objetividad este caso y se asume un papel
negativo en torno a algo que debería ser natural.
Ya lo dijo Ricardo
Arjona: No sé quien las
inventó.../no sé quien nos hizo ese favor.../ tuvo que ser Dios/que vio al
hombre tan solo y sin dudarlo pensó en dos.../ en dos./ Dicen que fue una
costilla/ hubiese dado mi columna vertebral...
Y razón no le falta, es una descripción
exacta de lo que debiéramos tener todos en nuestro concepto.
Lo que nos pidan podemos/ si no podemos no
existe/ y si no existe lo inventamos/ por ustedes mujeres/ que hubiera escrito Neruda/ que habría
pintado Picasso/ si no existieran musas como ustedes.
El machismo arraigado y arcaico que tenemos
los peruanos es una venda en los ojos que no nos deja ver la esencia de una
relación en pareja, juzgamos porque fuimos criados con cánones machistas. “El
hombre es de la calle, la mujer de su casa”, se dice absurdamente. Nos hicieron
creer que una mujer valía por una membrana delgada que se podía romper hasta
por montar bicicleta, nos engañaron vilmente cuando nos dijeron que los hombres
no lloran, o que llorar era de mujercitas.
La verdadera felicidad está en amar a una
sola mujer, en ayudarla en todo lo posible, eso implica cocinar, lavar y
planchar… y decirle tiernamente cada maña cuánto la amamos.