Es muy cierto que el Perú
necesita de la reconciliación para poder cerrar sus heridas históricas y
proyectarse hacia un futuro inmediato. Es verdad que mientras no exista un
verdadero consenso seguiremos siendo un país gobernado por sinvergüenzas
improvisados que fabrican leyes a su antojo y conveniencia pensando solo en sus
intereses personales… pero de ahí a pensar que poner al gato de despensero va a
solucionar nuestros problemas de reconciliación como peruanos es un absurdo
garrafal.
¿Podríamos poner a un pedófilo como maestro en una escuela de
niños? ¿A un proxeneta como tutor de un grupo de adolescentes? ¿A un drogadicto
a regentar una casa de reposo para gente
que busca alejarse de las drogas?...
Lo sucedido con la
congresista Martha Chávez aparentemente electa coordinadora de un grupo de
DD.HH. del Parlamento es inaceptable por razones obvias. La congresista ha sido
todo el tiempo pertinaz opositora a los Derechos Humanos, se burló todo el
tiempo de los sucedido con Eleonor La Rosa y con los estudiantes y docentes de
La Cantuta y ha aplaudido solapadamente el accionar beligerante del grupo
Colina, es decir, es tan antagónico como proponer en el cargo a Juan Luis
Cipriani quien alguna vez dijo que “Los derechos humanos son una cojudez”.
Solo algunas de las frases
épicas y memorables de Martha Chávez y que diera en una entrevista a la revista
Caretas: “En algún momento el Perú debió salirse porque la Corte IDH ha sido
capturada por una ideología (...) para que el señor (Diego) García Sayán sea su
presidente… por favor”.
Al ser consultada si el
Perú debe salirse o no de la competencia de esta instancia, respondió que es “una
decisión soberana” y recordó que países como EE.UU. “no
reconoce a la Corte y no pasa nada”.
Sobre la agente Eleonor La
Rosa ha dicho: “Gracias al fraude de esta mitómana ha habido tres o cuatro familias de
militares que han sufrido (...) que le hagan seguimiento y seguro que la
encontrarían bailando en una discoteca (...)”.
“En
una guerra tienes que matar o eres muerto”, es otra de las
expresiones de quien aplaudió cuando Fujimori desconoció la competencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) -a quien buscó desesperadamente después cuando fue echada del
parlamento-.
Estamos de acuerdo en que necesitamos
cerrar ciertas heridas sociales e históricas para alcanzar una verdadera
reconciliación en el Perú, pero de ahí a poner al gato de despensero o a quien
tiene antecedentes tan atroces en
materia de Derechos Humanos o sencillamente un pensamiento tan contrario en
materia de derechos, resulta por demás impertinente y una verdadera procacidad.