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jueves, setiembre 27, 2012

Eso que llamamos felicidad



Es difícil ser feliz en un mundo como el actual, en donde se vive a 100 por hora y en donde lo efímero se hace cada vez más mundano. Sin embargo la felicidad podría estar ligada al coeficiente intelectual, es decir, a mayor coeficiente mayor felicidad.

Al menos eso es lo que asegura una investigación realizada en más de 6.870 personas, y publicada Psychological Medicine.

Sin embargo, el trabajo también indica que los que tienen una menor inteligencia tienden a estar más relacionados con unos ingresos menores y una peor salud mental, lo que sin duda contribuye a la infelicidad.

Los investigadores, del University College de Londres (Reino Unido), analizaron los datos de la Encuesta de Adultos de Morbilidad Psiquiátrica de Inglaterra. El informe valoraba la sensación de felicidad de las personas, pero también su coeficiente intelectual.

Los resultados mostraron que aquellos individuos que aseguraron ser “muy felices”, tenían un coeficiente intelectual entre 120 y 129 (el 43% de los encuestados dijeron que estaban muy felices). Sin embargo, la mayoría de los que no "eran felices" tenían un CI de entre 70 y 79 informa abc.es

Según el estudio, una menor inteligencia se relacionaba además con ingresos más bajos, peores condiciones de salud y una necesidad de ayuda en la vida diaria, como ir de compras o tareas del hogar.

Según la coordinadora del trabajo, Angela Hassiotis “existe cierta evidencia de que las estrategias a largo plazo de programas intensivos dirigidos a niños pequeños, especialmente a aquellos de orígenes sociales desfavorecidos, pueden tener un impacto positivo no sólo en el CI, sino también su bienestar futuro”.

Para Jonathan Campion, del NHS Foundation Trust, “el estudio sugiere que un coeficiente intelectual más alto parece estar asociado con la mejora del bienestar, pero que esta relación entre el CI y el bienestar se debe, en parte, a que un mayor coeficiente intelectual está asociado con mejores ingresos y salud en general”.

Sin duda tener un buen ingreso hacen feliz a cualquiera y al contrario un ingreso exiguo o muy pobre acabarán deprimiendo al más feliz y no se trata de ser una persona superficial, se trata de que la economía es importante individualmente y más en una relación de pareja, el viejo dicho de “cuando el hambre aprieta el amor se sale por la ventana” no puede ser más idóneo en una situación como esa.

Hay otras cosas que dan felicidad y que son más duraderas que un ingreso, la mirada de un hijo, el abrazo tierno de un ser querido, la sonrisa de un niño o la lluvia sonando en la ventana, llamando desesperada para hacernos notar que ha llegado.

Eso que llamamos felicidad puede ser otras veces muy difícil de alcanzar, muy esquiva o muy volátil, eso que llamamos felicidad a veces nunca suele llegar o cuando llega, llega tarde… porque ya… hay otra más en su lugar.

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